La más bella niña
de nuestro lugar,
hoy viuda y sola
y ayer por casar,
viendo que sus ojos
a la guerra van,
a su madre dice
que escucha su mal:
“Dejadme llorar orillas del mar”
--Góngora--
--¿A que no sabes de dónde viene esa expresión, tan común en otros tiempos y que todavía usan algunos, llamada Discusión Bizantina?-- --le pregunté a mi amiga--
Paseábamos por una céntrica calle de Madrid un sábado por la tarde. Eran vísperas de estas navidades pasadas y las aceras estaban a rebosar de gente transitando de un sitio para otro. Lo de la discusión bizantina se lo dije un poco de broma, porque dos horas llevábamos enfrascados en una, y además sin importancia.
--¿Por qué lo dices, Joaquín? ¿No será porque no doy el brazo a torcer, no?-- --me soltó ella riendo--
--Jajaja, más o menos-- --le contesté-- --lo de discusión bizantina se trata de un debate sin fundamento, sin final, discutir por discutir; a ver quién se lleva el gato al agua, que no es otro cosa que lo que estamos haciendo tu yo esta tarde-- --le hice saber despues de la carcajada--
Discutíamos de politica y, aunque ninguno de los dos entendemos mucho del asunto y nuestras posiciones son moderadas, siempre hay temas en los que no nos ponemos de acuerdo.
--Mira, Isabel-- --intenté explicarle-- --el término procede del antiguo Imperio Bizantino. Y es que sobre el año mil a los bizantinos les dio por discutir sobre cosas acerca de la sustancia real de Dios o de los ángeles. Los tíos se tiraban horas y horas discutiendo sobre: ¿tiene Jesús una o dos naturalezas? ¿Es el hijo de Dios de la misma sustancia del padre o se trata de una sustancia similar? Y más cosas absurdas parecidas. Ahora nos pudiera parecer una tontería pero en aquellos tiempos a esta gente les iba la vida en ello-- --le manifesté no sin reírme de buena gana--
--Jajaja, ahora lo entiendo, Joaquín. Yo ya había oído que a todo lo que se le añadiera bizantino significaba enredo--
--Fíjate hasta qué punto llegó la tontería de esta gente, Isabel, que estaban ya los turcos a las puertas de Constantinopla (la capital del imperio bizantino) intentando conquistarla y a punto de ya caer y aún seguían los bandarras en su parlamento discutiendo a “calzón quitao” sobre el sexo de los ángeles; esto es verídico-- --le afirmé sabihondo--
--Esto que dices me está recordando a nuestros políticos de ahora, que se tiran toda la vida discutiendo en las cortes, pero jamás se ponen de acuerdo. Por cierto, ¿entraron los turcos no?-- --me interrogó con sarcasmo--
--Y tanto que entraron-- --le repliqué-- --durante la discusión unos opinaban que los ángeles eran espíritus puros; ¡no comen, no sudan, no tosen, no copulan!.. Otros sabios rebatían que incluso no tienen sexo. También los había que decían lo contrario. Los negacionistas llegaron a decir que, esa parte íntima la tendrían los ángeles como los muñecos y que ni siquiera orinaban, ¿qué te parece?--
--Pues me parece que si no quieres seguir discutiendo como los bizantinos tendrás que darme la razón, Joaquín, tú veras jajaja-- --me respondió de cachondeo--
En vista de que no nos poníamos de acuerdo optamos por aplazar el asunto y hablar de otra cosa. Llegamos hasta la plaza de Callao, que era nuestro destino, y luego bajamos hasta la de España, donde teníamos aparcado el coche en un parking público..
Joaquín
Paseando por Callao
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