jueves, 4 de febrero de 2021

Cuarenta grados de fiebre.

 



Amiga...

Nada puedo decirte,

y mira que me gustaría.

Es tarde, no te hice caso cuando debía,

otra llenaba mi corazón.

Ahora mandaría al carajo a aquella,

que tanto me hizo sufrir.

Pero tú estás ya en otra historia

y maldito caso me harías.

--Joaquín--



Con dos grados más de calor en el cuerpo estaríamos a salvo de este maldito coronavirus y de otras diminutas alimañas. Claro que podríamos preguntarnos ¿por qué la naturaleza, que es tan sabia no nos ha dotado de esa cualidad?. Pero tiene fácil explicación, si eleváramos la temperatura corporal tan solo dos grados, las necesidades de energía aumentarían un 20%. Se entiende entonces el porqué de esos 36,5º. Ésta temperatura que tenemos siempre representa una razonable solución de compromiso entre utilidad y coste, como ocurre en todas las cosas..

A propósito del calor, las criaturas pequeñas tienen que esforzarse más para mantenerse caliente. El corazón de un elefante late sólo 30 pulsaciones por minuto, el del ser humano 60. Pero, pásmense, el corazón de un ratón 600 veces por minuto lo hace; parece mentira este furioso palpitar, pero es cierto..

La contrapartida de esos frenéticos latidos de los ratones supone que deben ingerir el 50% diario de su cuerpo para sobrevivir. Los seres humanos sólo el 2% (un par de bocadillos) para satisfacer nuestras necesidades.

Y parece mentira, pero siempre nos mantenemos exactamente en la misma temperatura, entre 36,5º y 38º. Dos grados más o dos grados menos nos supondría una catástrofe irreparable. Para evitarlo, el hipotálamo envía una señal al cuerpo para que sude si hay que enfriarse, o tiritar si debemos calentarnos, desviando así la sangre a los puntos más vulnerables..

En fin, conste que yo me acabo de enterar de todo esto..

Joaquín




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