viernes, 23 de septiembre de 2022

¿Qué fue del verano aquel?..

                                                                              



Imagínate ahora que tú y yo
muy tarde ya en la noche
hablemos de hombre a mujer, finalmente.
Imagínatelo,
en una de esas noches memorables
de rara comunión, con la botella
medio vacía, los ceniceros sucios,
y después de agotado el tema de la vida.
Que le voy a enseñar a un corazón duro,
un corazón infiel,
desnudo de cintura para abajo, los dos..

--Gil de Biedma--


Hoy se nos termina el verano y, qué duda cabe, el tiempo y los años cambian las percepciones y los gustos de las personas, también en lo climático. 

Lo decía porque en mi juventud siempre tuve una especial querencia por los ambientes nórdicos. Me atraían los prados verdes, las ciudades grises, asépticas, revestidas de elegancia y cierto toque romanticón que veía en muchas películas y documentales. Ése entorno frío y desangelado lo asociaba a esa Europa culta, rica, amante del orden y de la justicia.

Precisamente a esos países septentrionales, protestantes y calvinistas la mayoría de ellos y posiblemente por eso laboriosos y prósperos, los consideraba con envidia espejos donde mirarse. Ahora y, aún admirando su prosperidad, de manera incomprensible deploro sus plomizos cielos y sus pertinaces lluvias.

Sí, pasados los años uno ya no es el mismo. He viajado, leído, mirado, padecido y/o disfrutado otros parajes y ambientes; tantos que ahora puedo discernir y juzgar con conocimiento de causa. Tal vez por esto y por algunas otras razones resulta que me empiezan a gustar los veranos y con ellos lo meridional.

Curiosamente estoy empezando, aunque tarde, a apreciar las bondades del estío: a sus largas y cálidas tardes. Y me solazan ahora de manera insólita los apacibles paseos bajo las sombras de las arboledas urbanas. Tanto he debido cambiar en estos asuntos que, incluso constato que buen tiempo y calidad de vida pueden ser sinónimos a tener muy en cuenta. Y es que..

Lo he pensado mejor, dejo el crudo invierno para gente seria, cumplidora, formal, educada. Abandono mis soñadas brumas de antaño para siempre, porque entiendo que son más propias de gentes circunspectas, solventes en carácter y costumbres. Y porque mejor aceptar lo que dispuso la evolución y sean ellos, los de piel albar y cabellos rubios, mas adaptados, los que soporten las duras inclemencias invernales.

En resumidas cuentas, he llegado a tal grado de sensatez, que en mis sueños y apetencias despido a éste verano con tristeza y doy una tímida bienvenida al otoño, precursor, sin duda, de un duro invierno..

Me vengo al sur..

Joaquín





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