Amar es este tímido
silencio
cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz
cuando te marchas
y sentir el rubor del beso de despedida.
--Salvador Novo--
Es curioso lo poco que cuesta soñar. Lo decía porque cuando acaba el estío se repiten los hechos, "amores de verano para toda la vida que terminan en otoño". Pero no es mi caso, os lo aseguro..
Mi amor de aquel verano, aunque efímero y discreto pues se trató sólo de un beso, si fue para toda la vida, y os lo digo ahora tropecientos años despues..
¿Qué cómo contároslo?. Bueno, deciros que ocurrió al final del cálido verano del setenta y siete. Yo era entonces un feliz y despreocupado muchacho, y con una novieta de la que creía estaba profundamente enamorado, pero llegó ella y todo se fue al garete.
Cuando digo ella me refiero a una chica madrileña que vino al pueblo a pasar con su prima (mi novieta) las vacaciones, y la conocí.
A pesar de mi supina timidez, yo ya había tonteado con unas cuantas chicas y tenía la mía, pero.. ¡Ay! llegó el beso aquel con ella y algo desconocido, entre lo sexual y romántico, impactó de lleno en mi corazón; sus efectos fueron ilimitados en el tiempo y mortalmente deseables.
Sucedió una noche en el parque Zurbarán entre risas y juegos, el juego de las prendas..
Por casualidad nos tocó a los dos besarnos. Recuerdo que había que alejarse del grupo para hacerlo. Elegimos un lugar apartado y oscuro. Yo iba entre azorado y expectante, aunque no esperaba mucho de la aventura...
Me equivoqué. Fue tal el cariño que puso ella, tan intenso el abrazo, tan profundo el beso, que aquí me tenéis cuarenta años despues soñando con él..
Dos días más permaneció ella en el pueblo. No hubo más besos, no fue posible, mi novia estaba al acecho, pero sí miradas comprometedoras de dos jóvenes infieles deseosos de repetir la jugada y guardar el secreto.
Cuando se fue creí volverme loco, ¡en todas partes la veía! ¡soñaba con ella!.. A veces la imaginaba esperándome en la puerta de mi casa para decirme que no se iba, que se quedaba en el pueblo por mí. Ya veis qué iluso.
A partir del beso todo en ella me pareció maravilloso: sus ajustados pantalones vaqueros (novedoso entonces entre las chicas), sus cabellos largos y castaños, casi rubios, sus enhiestos pechos que aplasté durante el beso... Ya no recuerdo su cara, sólo el beso..
Y llegó septiembre, y pasó octubre, y noviembre, y... Otros habrán olvidado su amor de verano, yo no el mío.
Cada vez que paso por la esquina aquella del parque donde nos dimos el beso, aún creo verla, deliciosa, y me palpita el corazón..
Joaquín.
Parque de Zurbarán en mis tiempos jóvenes
Altozano en mis años jóvenes
Plaza del Ayuntamiento, en mis tiempos jóvenes
Altozano en mis tiempos jóvenes Parque de Zurbarán, hoy en día
Parque de Zurbarán hoy en día
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