¡Si la vida es amor, bendita sea!
Quiero más vida para amar. Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul del sentimiento.
--Delmina Agustini--
Decía Schopenhauer: “El viejo se pasea tembloroso o reposa en un rincón, no siendo sino sombra o fantasma de su pasado”.
Morimos precisamente cuando deberíamos empezara vivir, aseguraba también el escritor aragonés Baltasar Gracián. Triste cosa es irse al otro mundo cuando nuestra afanosa curiosidad a conseguido iluminar nuestra alma y tranquilizar el espíritu; pero así son las cosas..
De todas maneras mucho ha cambiado el cuento en estas últimas décadas. Acordaos de los viejos fuentecanteños de antaño, con sus boinas, sus pantalones de pana llenos de remiendos y sus chaquetas descoloridas. Con apenas sesenta años estaban ya envejecidos nuestros abuelos, y prestos a morirse.
Afortunadamente hemos ganado una cuarta edad. A los sesenta, muchos casi empiezan a vivir.
Sí, ya no los veo sentados en sus sillas de eneas a las puertas de sus casas, con ojos apagados y tristes. Ni percibo mujeres, con las caras arrugadas por el sufrimiento, con sus toquillas de punto y su pañoletas negras, como su pasado.
Ahora fuentecanteños y fuentecanteñas se setenta y ochenta empiezan a vestir llamativos trajes de colores claros, se toman sus cafés en las terrazas de los bares, se apuntan a los viajes del Inserso y menean sus trabajados cuerpos al son de pasodobles en cualquier hotel de Benidorm.
En fin
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario