He cometido el peor de los pecados
que un hombre pueda cometer. No he sido
feliz. Que los glaciales del olvido
me arrastren y me pierdan, despiadados.
Mis padres me engendraron para el juego
arriesgado y hermoso de la vida,
para la tierra, el agua, el aire, el fuego.
Los defraudé. No fui feliz.
--Borges--
Hemos tenido en Fuente de Cantos años singulares, años que por uno u otro motivo han marcado nuestra pequeña historia. Fijaos: me estaba acordando de uno, el 1762, pleno siglo XVIII, reinaba Carlos III, y se me ocurre contaros qué de importante nos pasó ese año.
En 1762, por ejemplo, comenzaron las obras de la gran remodelación de la ermita de la Hermosa. Ése año se puso la primera piedra para transformar lo que era una pequeña ermita románica en un gran santuario barroco.
Las obras de la Hermosa acabaron en 1774, es decir, doce años despues. El arquitecto y maestro de obras fue Juan de Silva, vecino de Zafra. Se derribaron todas las paredes, excepto la capilla mayor que se mantuvo y se agrandó. Luego se levantó la espadaña a los pies del templo, tan conocida y visible desde la mayor parte del pueblo.
En 1762 el tipo más rico del pueblo era Alonso del Corro, miembro de una familia de postín (sus antepasados habían fundado el Convento del Carmen). Para hermosear la ermita, ahora que ya se había convertido en un soberbio templo, donó a la Hermosa el retablo de dos cuerpos que actualmente luce. Es de estilo rococó, el más utilizado en esa época. El neoclásico estaba esperando a la vuelta de la esquina.
Por cierto, al terminarse las obras de la Hermosa, se contrató al mismo arquitecto, D. Juan de Silva, para que remodelara también la pequeña ermita del Santo Cristo, en la calle Olmo; cosa que hizo..
Joaquín
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