¿Qué tendrá la hija del sepulturero
que con asco la miran los mozos,
que las mozas la miran con miedo?
Cuando llega el domingo a la plaza
y está el bailoteo como el sol de alegre,
vivo como el fuego, no parece si no
que una nube se atraviesa delante del cielo;
no parece sino que se anuncia
que se acerca, que pasa un entierro.
¿Qué tendrá la hija del sepulturero?
Me lo dijo un mozo: ¿Ve usted esos pañuelos?
Pues se cuenta que son de otras mozas...,
¡de otras mozas que se están ya pudriendo!...
Y es verdad que parece que huelen,
que huelen a muerto...
--Gabriel y Galán, poeta extremeño--
San Jerónimo, uno de los cuatro Padres de la Iglesia, es la figura más representada en cuadros y esculturas por pintores y escultores de todos los tiempos, después de la Sagrada Familia. Gracias a él se permitió de alguna manera desnudos femeninos en esas representaciones. Y es que una vez describió con crudeza inusitada un sueño erótico que tuvo en el que detallaba su sufrimiento para no sucumbir en la tentación ante hermosas mujeres desnudas que le acosaban.
Por cierto, en tiempos de San Jerónimo (siglo V) se extendió la costumbre de agenciarse con todas las reliquias de santos martirizados tiempos atrás. Fue una verdadera locura. Todos buscaban restos de mártires como amuletos para protección..
Santa Helena, la madre de Constantino el emperador, se acercó a los Santos Lugares (Palestina) a visitar los sitios por los que Jesús había vivido, y se pertrechó bien de supuestos objetos con el que Él habría tenido relación. De Jerusalén se trajo, entre otras cosas, el cuerpo de San Esteban (el primer mártir cristiano) la cabeza de Juan el Bautista, la silla de Santiago, las cadenas de San Pablo, la columna usada para flagelar a Cristo y la misma Cruz donde fue crucificado..
Para que se hagan una idea de hasta donde llegó esto de acaparar santas reliquias, que la misma Santa Helena ordenó darle forma de freno para el caballo de su hijo a un clavo de la Cruz de Cristo; con otro se hizo ella una diadema. O Gregorio Magno que tenía una cruz que contenía limaduras de la parrilla donde asaron a San Lorenzo. Hugo de Lincoln fue más discreto, tenía un diente de San Benedicto enganchado a su anillo...
En fin, ahora hemos bajado de categoría; hacemos lo mismo sólo que con nuestros artistas y cantantes favoritos, es decir, por cuatro chiquilicuatres..
Joaquín
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