domingo, 13 de diciembre de 2020

Mil cosas que tragar..

                                                                                     


    



Ruptura

Nos hemos bruscamente desprendido

y nos hemos quedado

con las manos vacías, como si una guirnalda

se nos hubiera ido de las manos;

con los ojos al suelo,

como viendo un cristal hecho pedazos:

el cristal de la copa en que bebimos

un vino tierno y pálido...

Como si nos hubiéramos perdido,

nuestros brazos se buscan en la sombra.. 

¡Sin embargo ya no nos encontramos!

En la alcoba profunda

podríamos andar meses y años,

en pos uno del otro,

sin hallarnos.

--Jaime Torres--


La solución más universal y aceptada a una crisis de atragantamiento es la llamada Maniobra de Heimlich (conocida así por el médico alemán que la inventó). Consiste en abrazar por detrás a la victima del atragantamiento y realizar una serie de fuertes y breves comprensiones abdominales, justo por encima del ombligo para forzar a salir el objeto que obstruye la respiración, como si un corcho de botella se tratara. Esto ha salvado miles de vidas en todo el mundo..

Pero el mayor experto de todos los tiempos en este peculiar asunto fue el médico norteamericano Chevalier Jackson, que murió a mitad del siglo pasado. Está considerado como el padre de la broncoesofagoscopia mundial. Su obsesión eran los objetos extraños que habían sido tragados o inhalados. En el curso de su larga carrera profesional, Jackson se especializó en diseñar instrumentos y perfeccionar métodos para recuperar tales objetos. 

Al doctor Jackson le dio por guardar y coleccionar todo lo que extraía, él y otros colegas suyos. Así que reunió en su casa, y ahora se exponen en la sede del Colegio de Médicos de Pensilvania, más de 2.400 objetos ingeridos imprudentemente. Entre estos objetos hay de todo: 
una trompeta de juguete, una llave de radiador, unos binoculares de miniatura, un crucifijo, varias cucharas, muchas monedas y hasta fichas de póker. 

Éste curioso medico extraía todo esto con sus pacientes vivos a los que salvaba a vida, pero también a los muertos que no tuvieron suerte. En fin, ¡hay gente pa`tó! como diría el torero Domingo Ortega..

Joaquín


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