viernes, 10 de junio de 2022

Un encuentro y una decepción.

                                                                                       


  


Descienden taciturnas las tristezas

al fondo de mi alma,

y entumecidas, haraposas brujas,

con uñas negras mi vida escarban.

De sangre es el color de sus pupilas,

de nieves son sus lágrimas;

hondo pavor infunden; yo las amo

por ser solas que me acompañan.

Aguárdolas ansioso, si el trabajo

de ellas me separa,

y búscolas en medio del bullicio,

y son constantes y nunca tardan.

--Manuel G. Nájera--



Esa noche mi amiga Laura se quedó a cenar en casa y, entre lágrimas y también alguna sonrisa que conseguí provocarle, me fue pormenorizando su triste historia con su ya exmarido. Me dijo que no se atreve a preguntarle nada sobre el asunto, teme remover un pasado que no le va a gustar..

La velada se prolongó más allá de la madrugada. Tomamos unas copas, y hablamos, y reímos. En en momento dado cambió de asunto, sonrió y acabó preguntándome del porqué de mi soltería y de mi "sempiterna" melancolía.

Yo me sorprendí por la pregunta, pero reconocí su perspicacia. Me levanté del sofá donde disfrutábamos de la sobremesa y de la charla, y me dirigí al escritorio. Abrí un cajón y saqué una carta de su interior. Luego se la mostré y le pedí que la leyera. Jamás a nadie le había contado esa parte de mi vida, y menos a ella..

La leyó despacio..


A Laura...

¿Recuerdas? Nos besamos al despedirnos. También a él le di un fuerte abrazo.. Me fui feliz del pueblo a pesar de todo. Sí, estaba contento por verte a ti feliz..

Vosotros erais lo más importante que tenia en la vida, mis dos amores...

Tú, mi corazón, mi pasión, mi sueño.. todo lo eras para mi.. Él, ya lo sabes, mi amigo del alma, mi compañero de tantas cosas.. mi inocencia, mi niñez entera..

Os dije adiós desde la ventana de aquel destartalado autobús que tan lejos me llevaba, y os envidié.. Os envidié porque allí quedabais los dos, en nuestras calles de siempre, en nuestros lugares de encuentro.. No visteis mis lágrimas mientras agitaba las manos diciéndoos adiós..

Luego lo pensé muchas veces.. ¿Qué veríais en aquella cara ingenua que se alejaba poco a poco de la parada del Altozano?Posiblemente sentisteis una mezcla de burla y compasión. Tal vez ya habíais consumado lo vuestro, o fue precisamente ése día el inicio de la infidelidad..

Me fui aquel día y en mi lugar de destino sufrí tus olvidos y desdenes.. 

Te escribí, bien lo sabes, mil cartas de amor. A una por día, a veces hasta dos. En algunas te recitaba poesías románticas, en otras te suplicaba amor verdadero, atención.. ¡qué sé yo!...¡Qué iluso! ¡Qué bobo!. Todo el tiempo pensando en ti, soñando contigo.. y todo para nada..

Es tarde, pero.. ¿sabes?, destrozaste mi vida para siempre. Si, porque a partir de saberlo, cuando me dijeron lo tuyo con él, ya no fui el mismo. Donde antes había un alma ingenua de adolescente feliz, habita ahora una gris de un tipo desconfiado, triste, y marcado de por vida por aquella traición juvenil.. 

No te lo creerás pero, todavía después de aquello, tonto y soñador, esperé noticias tuyas. Sí, aún anhelé durante mucho tiempo que me pidieras perdón, cuando... ¡tú estabas ya en otras circunstancias, y tan ajena a mis fantasías!..

Tal vez te haya ido bien por esos mundos, o quizás no, no lo sé.. Todavía al recordarte se me acelera el corazón.. ¡Ya ves, a estas alturas de la vida!. 

Pero te digo una cosa, quizás mejor no saber de ti. Mejor te quedas en mi memoria tal como eras, porque ésa imagen tuya marcada a fuego en mi mente me ha dado vida, después de todo...

Si ahora te viera no querría decepcionarme. Han pasado muchos años y ya no somos los mismos. Seguro que tú apenas recuerdas a aquel chico que estaba por tus huesos, que le daban unos celos terribles si te veía hablar con otro, que le saltaba el corazón cada vez que te besaba.

Yo, sin embargo, nunca te olvidé, es más, has permanecido intacta en mi corazón, tal como eras.. No, mejor dejarlo así, no quiero verte, prefiero imaginarte... como siempre...

Joaquin


Mientras leía mi carta yo miraba la cara de mi amiga y la vi emocionarse, incluso una lágrima rebelde creí advertir en sus hermosas pupilas azules.

Al terminar me dio beso suave, casi rozando sus labios con los míos. Noté una ternura infinita conmigo. Luego nos fundimos en un fuerte abrazo. Evidentemente ella había comprendido.. 

Ambos teníamos motivos para llorar aquella noche, una noche larga, por cierto..




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