domingo, 12 de junio de 2022

Una tarde, un paseo, una casa..

                                                                                    



¡Ay de mi!, cuántas veces, arrobado,

en la contemplación de una quimera,

me olvidé de la noble compañera

que Dios puso a mi lado.

-¡Siempre estás distraído! -me decía;

y yo, tras mis fantasmas estelares,

por escrutar lejanos luminares

el íntimo lucero no veía.

--Amado Nervo--


--¿Crees en la predestinación?---le pregunté esa tarde a mi amiga, de sopetón--

--¿Por qué lo dices, Joaquín? Ya sabes que soy muy racional y lo que no veo no me lo creo--respondió tajante--

Paseábamos por la calle San Bernardo de Madrid, en Malasaña, hacía fresco e íbamos deprisa. Al llegar al cruce con la calle Antonio Grilo, un poco antes de Gran Vía, recordé los terribles acontecimientos que habían ocurrido en una casa de esa calle; en realidad son muy famosos, aunque tenía la esperanza de que ella no los conociera..

--Te lo decía---le señalé---porque a veces ocurren cosas que se salen de lo explicable y entra en el terrero de lo paranormal. Yo si creo en estos fenómenos, sé que existe algo, llámalo como quieras.. espíritu, duende, alma errante o incluso fantasmas que por diversas razones interfieren en nuestra vida diaria, y no siempre para bien---¿Has oído lo de la casa de la calle Antonio Grilo, justo aquí, a la derecha?---le pregunté esperando sorprenderla--

--No, no sé nada de eso, cuéntame---respondió intrigada---

--No te asustes---le advertí---porque aunque tú no creas en estas cosas, lo que te voy a contar te pondrá los pelos de punta. Mira---proseguí--- hay una casa aquí al lado, ahora te voy a llevar allí, en la que han ocurrido cosas horribles.

--¿Cosas como qué?---se interesó ella casi entre burlas---

--En el portal de la casa, en tiempos de Carlos III, un sacerdote asesinó a un joven que le disputaba su amor por una bella costurera; cayó desangrado cuan largo era en el mismo umbral. Pero hay más---le sonreí mientras miraba su cara esperando algún gesto---en 1945, se encontró dentro de la casa a su inquilino, asesinado con un fuerte golpe en la cabeza. El hombre estaba tieso y con un mechón de pelo en su mano derecha, pelo de su asesino. Entonces no existían los adelantos con el ADN. Todavía se busca al culpable---

--Bueno, a veces pasa, son casualidades---me soltó ella haciéndose la indiferente--

--Sí, si, casualidades---reiteré mientras la hice colocar enfrente de la casa y le señalaba el balcón de la misma (acabábamos de llegar a ella)---pero es que en ese mismo piso que ves, en 1964 una madre soltera estranguló a su niño recién nacido para ocultar su nacimiento. Su hermana encontró la cabeza del bebé envuelta en una toalla en un cajón---

--¡Joder, Joaquín, qué barbaridad!---exclamó mi amiga, a punto de salir del letargo de la indiferencia y mirando, ahora sí, con ojos como platos los balcones de la casa-- 

--Pero aún no te he contado lo peor. En 1962, en el mismo piso, ¡sí sí, ahí mismo!, y esto es lo más espeluznante, el sastre, José María Ruiz, asesinó a sus cinco hijos y a su mujer; luego se suicidó. Antes de hacerlo, fue exhibiendo uno a uno los cadáveres de los niños en el balcón central ante el asombro de los vecinos que, horrorizados, se agolpaban en la calle mirando. Le dijo al policía que intentaba reducirlo que había oído voces que le conminaban a hacer lo que hizo. ¡Qué!, ¿sigues creyendo que no existen los maleficios?---le endilgué muy ufano esperando su conversión---

.--Lo sigo creyendo---respondió---supongo que, aunque parezca mentira, se habrá dado una serie de extrañas casualidades, sino no se explica---me replicó mi amiga sin bajarse del burro de sus convicciones---

--¿Y si ya remato diciéndote que durante unas obras de remodelación de la calle se encontraron fetos de niños aquí mismo, bajo el suelo que pisamos ahora, seguirías pensando lo mismo?. Aunque esto quizás tenga su explicación---le hice anotar---pues en el lugar hubo un antiguo cementerio---

--Uffff vaya historia, Joaquín. Lo que si te puedo decir es que no me gustaría vivir en esa casa---recalcó mientras señalaba el balcón de los hechos---¡mira que me gustaba esta zona!, pero de pronto ha dejado de gustarme---

--Pues la casa sigue ahí---le dije---ahí la tienes, tal cual, y con nuevos inquilinos dentro, como si no hubiera pasado nada.---le señalé en plan peliculero---

--¡Madre mía!, pero aún así todo debe tener su explicación, no veo la mano de nada paranormal---perseveró en lo suyo---

--Tú dirás lo que quieras---concluí---pero yo asocio el antiguo cementerio con los hechos sangrientos, no queda otra. El espíritu de algún alma en pena vaga por la casa clamando venganza---

Luego retornamos a la calle San Bernardo y proseguimos hasta Gran Vía, apenas me habló en el trayecto. Creo que, aunque no me lo confesara, iba impactada..

Joaquín

                                                                               

            edificio de la calle Antonio Grilo, donde ocurrieron los hechos. Al fondo, San Bernardo

                                                                             

                                 noticia del caso más sangriento ocurrido en la casa



No hay comentarios:

Publicar un comentario