domingo, 19 de junio de 2022

Un ángel olvidado en el coche de su mami

                                                                                   





          Morir es como dormir. La muerte es hermana del sueño. El

sueño es una muerte corta. La muerte es un sueño largo.

--Anónimo--


Ford Eco-Sport de color blanco aparcado en la calle. Son las 2.30 de la tarde. Un termómetro callejero cercano indica la temperatura ambiente, 39º al sol.


"El pequeño Mario empezaba a impacientarse en el interior del coche de su mami., un Ford Eco-Sport. En su pensamiento, ingenuo e infantil, creía que en cada ruido que venia del exterior iba a aparecer ella a cogerle en sus brazos y sacarlo de allí, de ése infierno; aunque ya tardaba demasiado. 

A pesar de la falta de solidez de sus recuerdos, le dolió que su mami no le diera el beso de despedida cuando se fue; y no lo entiende porque lo hace todos los días y a cada momento...

De repente se acordó de su hermano mayor. Seguro que él y su papi se disgustarían mucho si le vieran así de enfadado y triste, porque siempre la hacen reír. Pero está ya muy cansado, lleva mucho tiempo así, tiene mucho calor y ya no puede más. Los cinturones de la sillita de bebé le aprietan mucho y le duele la espalda; sólo tiene ganas de llorar...

Hace ya mucho que llora y su mami no llega; ¡Ay, si la pudiera abrazar!.. A veces entre llanto y llanto se le cierran los ojos, está fatigado. La vocecita de tanto gritar está enronquecida y ya no hace ruido por más que lo intenta... quiere dormir, dormir, ¡sólo dormir.!.."


El asunto rompe el corazón; varias horas estuvo Mario olvidado dentro del coche de su madre en mitad de un calor insoportable, hasta morir. Ocurrió el año pasado en Porriño, Pontevedra.

Hoy en día nada sorprende, cada cual va a lo suyo. Nadie iba a reparar en el llanto de un niño dentro de un coche aparcado en la calle... En el exterior nada advertía que el pequeño Mario expiraba solo y desvalido en su sillita trasera del vehículo de su madre. Posiblemente, y sobrecoge pensarlo, antes de morir enronqueciera de tanto llorar.

No quiero pensar en el desconsuelo de ésa madre por perder a su pequeño de esa manera tan atroz. Sé que su dolor será ilimitado porque a su ausencia se le añade el complejo de culpa por haber sido ella la responsable. Me niego a ponerme en su lugar porque es inviable, sólo ella sabrá cuánto dolor es capaz de soportar un ser humano; tiempo tendrá para saberlo.

Algún caso ha habido parecido al de Mario, en el que sus padres no han podido soportar el dolor de ver a su hijo muerto de esa manera y se han quitado la vida... Yo no sé qué haría en su lugar, pero de lo que si estoy seguro es que a algún psicólogo no le va a faltar trabajo por mucho tiempo, allá por Galicia. 

Por cierto, una niña, Priscilla, volvió a vivir ayer, 20 de julio de 2024, un caso parecido. Murió asfixiada de calor en Italia. Su padre la olvidó en el coche aparcado en la calle. Son hechos que ocurren con relativa frecuencia, por desgracia. 

A mi me parte del corazón noticias como esta.. 

Joaquín


  

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