En los días de la enfermedad de mi Ana, la tortura llegó a
su máximo. A las tres de la tarde era preciso dejar
a la idolatrada enferma y partir. Eran días aquellos
de un trabajo incesante. Y mientras el amor
de mis amores se agitaba presa de la fiebre en su
lecho, yo, a tres kilómetros de mi casa, me inventaba
todos los días una nueva mentira para escapar y correr,
y luego subir a su habitación con ansias de muerte,
llamar directamente para que el sonido brusco de la
campanilla no alarmase a mi doliente amada, y
preguntar con voz temblorosa
a quien me abría: -¿Cómo sigue? ¿Cómo sigue?
--Amado Nervo--
Habíamos hecho un buen recorrido por el parque. Un poco cansado ya le sugerí sentarnos un rato a la sombra de unos olmos. Entonces me dijo, sorprendiéndome...
--El hombre es un ser débil y farsante, Joaquín, y tiene que desenvolverse entre las trampas de la vida a base de prudencia, experiencia y picaresca---
--Jajaja, no lo dirás por mí---me carcajeé---tú sabes que soy un tipo sincero---recalqué--
--¡No, no, por Dios, eso es una cita de Baltasar Gracián y lo decía por los humanos en general!---se sorprendió ella---qué suspicaz te estás volviendo, jajaja!---me reprochó con ironía--
--¡Ah, bueno!---comprendí---por cierto, algo he leído de Gracián. Éste fue el que dijo aquello de todos desean llegar a viejos y, en siéndolos, no quieren parecerlo. ¡Ay, si supiera Baltasar que cuatrocientos años después de su muerte, esto de ser viejo es un lastre mucho mayor que en tus tiempos!--
Manteníamos esta curiosa conversación sentados en un banco en el parque del Retiro de Madrid una soleada tarde de junio. Surgió el tema a raíz de ver cómo todos los bancos que estaban en la sombra permanecían ocupados por gente mayor, quizás ociosa y con pocas prisas por desocuparlos. A nosotros, sin embargo, nos pegaba en la cara un sol de justicia..
--Bueno, bueno, Joaquín, no te quejes tanto que tú ni eres tan viejo ni lo pareces---me consoló mi amiga--
--El hombre tiene la edad de sus arterias; esto es de Ramón y Cajal---le dije a mi amiga ya puestos en faena---y es que una cañería que funciona a alta precisión se deteriora rápidamente---concluí--
--Pues ya que te pones---sugirió ella---ahí llevas un refrán que te alegrará: Si quieres vivir sano, sé viejo temprano, jajaja---
--Uy, qué refraneros estamos esta tarde, Isabel, algo nos barruntamos---le señalé---no obstante, fíjate cómo algunas veces la línea que separa la juventud y senectud es muy tenue, Ninón de Lenclós, la famosa cortesana francesa, que tuvo un amante cada año, desde los veinte a los ochenta, dijo una vez: el amor nunca muere de hambre, con frecuencia, de indigestión--
--Jajaja ya me gustaría a mi parecerme a Ninón de Lenclós, tan guapa y con esos amantes tan distinguidos---se carcajeó ella---Bueno, ¿y si hacemos caso a algunos sabios de la antigüedad que recomendaban comer poco y practicar menos sexo?--
--Otro refrán castellano decía: dieta mangueta y siete nudos en la bragueta---le ataqué yo---claro, que habrá excepciones---
--Nada, nada, Joaquín---me interrumpió---hay que ser comedido para todo, también para eso. Por cierto, vámonos ya que nos está dando el sol en la cabeza y los viejos no tienen pinta de irse---me anunció levantándose--
Me incorporé yo también y me sacudí un poco el polvo del pantalón. Luego salimos del Retiro por la puerta de Alcalá.. Habíamos disfrutado de lo lindo viendo la Rosaleda, que en esa fecha aún estaba preciosa y cuajada de flores..
Joaquín
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