Para mi pobre cuerpo dolorido
para mi triste alma lacerada,
para mi yerto corazón herido,
para mi amarga vida fatigada..
¡el mar amado, el mar apetecido,
el mar, el mar y no pensar en nada!
--Manuel Machado--
Bajaba por el callejón de la iglesia camino de la plaza de abastos. Venía del Calvario. Vi la puerta de la Parroquia abierta, y entré.
Apenas tres o cuatro mujeres dispersas por amplitud del templo vieron mis ojos al cruzar el portalón de San Rafael. Al fondo de la Iglesia, casi en el baptisterio, permanecía dispuesto para la procesión del Santo Entierro, el Paso del Cristo Yacente, en su urna. Se me antojó hacerle unas plegarias.
Un buen rato me mantuve de rodillas con los ojos cerrados pensando en mis cosas. Terminé y levanté la cabeza. Luego me incorporé y miré a mi izquierda, y entonces la vi..
Era ella, bella y morena como la Virgen de la Granada, patrona de la Parroquia; esbelta como el tallo de una rosa y delicada como la misma flor. Todo cambió para mi, ya nada sería igual en mi vida..
Estaba sola. Le hablé... le dije:
--¡Buenos días!.
Ella me sonrió. Sus dientes de nácar, sus labios carnosos y sus enormes ojos negros se confabularon para hacerme enloquecer. Me confundió los sentidos. Sí, eso tuvo que ser, porque mi corazón comenzó a saltar.. Juro que partir de ese momento mi vida ya fue su vida.. aunque esa mañana poco sabía de ella..
Me devolvió el saludo acompañado de un insinuante aleteo de pestañas. Giró y me dio la espalda. Salió al pasillo buscando la puerta de San Miguel, la que da a la plaza del ayuntamiento. Yo la seguí con la mirada hasta perderla de vista...
Impaciente por conocerla pregunté por ella. Resulta que vivía no muy lejos de mi casa.
Conseguí invitarla esa misma noche. Paseamos. Me dijo que acababa de llegar a Fuente de Cantos y que estaba prometida. Me empeñé en conquistarla, pero ella se resistía, --se debía a su novio al que quería--, casi me imploró a punto de caer en mis brazos. No lo hizo, sólo un beso conseguí robarle, pero un beso que marcó mi vida para siempre..
El mundo se me vino abajo cuando nos despedimos.
Desesperado de insistir y fracasar una y otra vez tuve que renunciar. Luego por motivos laborales me vi obligado a abandonar el pueblo. Pero la llevaba ya tan metida en mis entrañas que no hubo manera de sacarla de mi pensamiento.
A pesar de su rechazo le escribí mil poemas de amor en cartas que nunca eché al buzón, y suspiré por ella noches interminables de soledad.. Y lloré, sí, lloré lágrimas de impotencia por el gran amor que pudo haber sido y no fue..
Ha pasado ya mucho tiempo de todo aquello, y aún pienso en ella.. Se casó y tuvo cuatro hijos. Ignoro si fue feliz..
Yo me casé y tuve dos, pero mi corazón se quedó para siempre en aquel banco de la Parroquia donde la conocí, aquel Viernes Santo 6 de abril, junto al de ella.
Jamás volví a sentir un beso como aquel. Jamás volví a tenerla tan cerca como aquella última noche.
Joaquin
callejón de la iglesia y puerta llamada, San Rafael
interior de la Parroquia, a la izda. puerta de San Rafael
interior de la Parroquia
Plaza de la Constitución, al fondo la Parroquia
puerta llamada, San Miguel (principal)
Vuelvo a reiterarte las Gracias por esas fotos tan bonitas que pones de Fuente de Cantos, y los comentarios. Un Saludo
ResponderEliminarMuchas gracias. Buenas tardes. Saludos
EliminarEstas fotos son preciosas y la iglesia igual que la recuerdo
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