jueves, 23 de junio de 2022

Bostezos de amor

                                                                                       


Paseábamos los dos por la calle principal de la ciudad, era verano y llevábamos ya un tiempo callados. De repente me pregunta:

--¿Te pasa algo, Joaquín?

La miré sorprendido. Iba a replicarle, pero ella se me adelantó:

---Conociéndote, me extraña que pases tanto tiempo sin decir ni pío

--Jajaja, no me pasa nada. Tú te aburres y lo que quieres es palique---le respondí

También yo la conocía a ella, y sabía que hablaba por lo codos.. Quizás por eso, por su incapacidad de estar callada, me hizo aquella curiosa afirmación:

--Hablando de palique, ¿sabías que el debate es masculino y la conversación es femenina?. Vosotros los hombres nunca conversáis, simplemente discutís por llevaros el gato al agua.

Tras la gracieta soltó una carcajada. Resignado le dije:

--No te falta razón, pero una buena conversación no consiste en decir cosas ingeniosas, sino en saber escuchar tonterías, y no lo digo por ti.

Se lo había dicho sonriendo, para que viera que era broma y no una indirecta. Nunca se sabe

--Muy ingenioso. Más te vale que no lo digas por mi, jajaja----respondió ella con el ceño fruncido y falsamente indignadilla

Llegamos al final de la calle y era ya noche cerrada, pero las terrazas estaban atestadas de gente, incluso empezó a refrescar un poco, cosa que se agradecía dado el calor sofocante de la tarde. Dimos la vuelta

Ya cerca del hotel, y tras otro rato sin abrir las bocas, volví, ahora yo, a  tomar la iniciativa. Le endilgué una frase que llevaba un buen rato intentando recordar:

--Por cierto, cariño, dicen que, en el amor, lo de menos son los insultos; lo grave es cuando empiezan los bostezos, jajaja.

Ella sonrió, pero no dijo nada más del asunto. Llegamos al hotel, cerca del puerto. Antes de entrar la agarré por el talle y la besé en los labios. Íbamos a vivir nuestra segunda noche en la ciudad. 

Después de cenar y ya en la cama, llegó a decirme que la calle Larios era de las más bonitas que había visto nunca. Yo iba ya a lo mío y apenas le hice caso. 

Esa segunda noche tardamos en dormirnos más que la primera, y no hubo bostezos, precisamente 😉😉😉

Joaquín



 


      

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