Casi anochecía y hacía calor en Madrid, a pesar de mediar, apenas, el mes de junio. Mi amiga y yo, repantigados en unas incómodas sillas tomábamos unas cervezas en la terraza cubierta de un bar del Paseo del Prado, frente al museo. Por un instante miré el edificio que alberga la famosa pinacoteca, lo que me dio pie para indicarle con el dedo y decirle:
--¿Ves el museo ahí enfrente con sus grandes columnatas en la entrada y la estatua de Velázquez?, pues que esté ahí se lo debemos a una mujer desgraciada.
--¿Y cómo es eso?---Se sorprendió mi amiga sin mostrar mucho entusiasmo
--Cosas de Fernando VII, seguro que algo sabes de él---Le respondí dispuesto a lucirme---Ese pájaro se casó en segundas nupcias con Isabel de Braganza, una chica portuguesa no muy agraciada físicamente. “Fea, pobre y portuguesa, chúpate esa”, canturreaba la gente de manera cruel.
---Jajaja, sí, Joaquín, recuerdo haber oído ese estribillo---Me interrumpió ella
--Sí, se hizo muy famoso---proseguí---resulta que Fernando era un golfo de aúpa y maldito caso le hacia a la pobre Isabel. Salía de palacio por las noches y frecuentaba los tugurios más infectos de Madrid. Durante una temporada le dio por visitar el antro de Pepa “la malagueña”, una andaluza resalá y de muy buen ver, y....
Antes de terminar de contarle se presentó el camarero y nos acercó la carta de los aperitivos. Pedimos dos bocadillos de calamares fritos y otras dos cervezas. Se fue y yo seguí con mi historia:
---Como te iba diciendo---insistí---Isabel se enteró de las andanzas de su marido y de las juergas con la malagueña, así que, la pobre, creyendo que al memo de Fernando le entusiasmaban así las mujeres, una madrugada le esperó vestida con un traje de faralaes y un clavel en el moño, para gustarle. ¡pobrecilla!, ¿Sabes qué hizo el majadero?.
--No me lo digas que me lo imagino---Se adelantó mi amiga.
--Pues eso---reiteré---el mamón se descojonó de risa. Con desprecio la apartó de la puerta y fue a contarle a sus amigotes la escena.. Imagínate el despanzurre de la panda a costa de la chiquilla, porque era una chiquilla.. Aunque la pobre Isabel tuvo que seguir aguantando las majaderías de este lelo sólo dos años más; murió a los 21 años, al parir a su segunda hija.
--Pobre mujer, pero.. ¿esto qué tiene que ver con el Museo del Prado?---Se lamentó cariacontecida y con razón, mi amiga.
--¡Ah!, es verdad, perdona, me fui por los cerros de Úbeda, jajaja---me carcajeé---Isabel fue la que convenció al felón de Fernando, el rey, para que utilizara ese palacete como museo nacional---Concluí
Según terminaba con la historia vimos llegar al camarero con nuestras viandas. Fue colocar los platos encima de la mesa y empezamos hacer buena cuenta de ellas, teníamos un hambre atroz.
Joaquín
Museo del Prado visto desde la terraza donde tomábamos las cervezas
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