¡Ah de la vida!... ¿Nadie me responde?
¡Aquí de los antaños que he vivido!
La fortuna mis tiempos ha mordido,
las horas mis locuras las esconde.
¡Que sin poder saber cómo ni a dónde
la salud y la edad se hayan huido!
Falta la vida, asiste lo vivido
y no hay calamidad que no me ronde.
--Quevedo--
Resulta que, según muestras de ADN recogidas de dieciocho zonas equitativamente repartidas del todo el territorio nacional, dan como resultado que: uno de cada cinco españoles tiene ascendencia judía y uno de cada diez norteafricana. Curiosamente el 22% de los castellanos y el 20 de los gallegos tiene sangre mora. Y, pasmaos, tan sólo el 5% de los andaluces...
Según el despliegue de datos del estudio hay más descendientes de bereberes en la plaza mayor de Salamanca o en el centro de Orense que en el Albaicín granadino.
Fijaos:
Los Iberos, pueblo tan nuestro y base de nuestra estirpe, aparecieron para la historia sobre el cuarto milenio a.c. por la franja oriental del país. Según las últimas investigaciones eran tribus que habían tenido contacto con culturas orientales mucho más desarrolladas.
De los celtas tenemos clara su procedencia, atravesaron los pirineos hacia el siglo VIII a.c. Venían de Centroeuropa y acabaron por instalarse en la mitad oeste de la península. Si los Íberos eran agricultores, éstos fueron pastores y más belicosos. Culturalmente estaban más atrasados. Pasado el tiempo los dos pueblos, como era de esperar, hicieron buenas migas y se fueron mezclando, y de ahí surgieron los Celtiberos, soporte principal del sustrato español.
En esa estaban nuestros ancestros (aunque no solo hubo idilio, también se zurraban de lo lindo unos con otros) cuando aparecieron los griegos allá por las costas catalanas (aún no existía Catalunya, por si acaso, ni Puigdemont se había echado al monte). Los helenos venían buscando nuevas tierras donde instalarse y poder comerciar. Para ello trapichearon y timaron todo lo pudieron a nuestros incautos indígenas con toda clase de botijos y tinajas. Eso sí, primorosamente decoradas. Realmente fueron pocos, la huella que nos dejaron fue más cultural que de sangre.
Por la misma fecha aprox. se dejaron ver por sureste, los fenicios. Éstos eran como los chinos actuales, a cambio de metales nos endilgaban montones de cachivaches baratos y todos contentos. Bueno, no todo fue malo, también nos enseñaron a fabricar salazones de pescado y a colorear nuestros taparrabos. Entre otras ciudades, fundaron Málaga o Cádiz, la ciudad más antigua de España.
Los bisnietos de los fenicios, los cartagineses, sí entraron a saco poco después (270 a.c), masacrando tribus y ocupando ellos su lugar. Venían huyendo de los romanos que se las tenían jurada. Pretendieron, y casi lo consiguen, explotar a nuestros aborígenes exprimiendo tierras, minas y personas.
Con los romanos (siglo II a.c.) fue diferente. Éstos si dejaron huella de todo tipo en nuestra piel de toro. Por supuesto les costó domeñarnos (doscientos años) pero le debemos mucho. Los romanos nos desasnaron, nos dieron cultura y leyes y lo más importante de todo y que aún perdura, nos legaron el latín. Todas nuestras lenguas patrias descienden de este idioma, excepto el vascuence que tiene origen íbero, es decir prerromano.
Llegado el siglo X, (ya d.c.) éramos unos cuatro millones y medio de hispanos romanos, y llegaron los bárbaros (visigodos, suevos, vándalos y alanos) procedentes del norte, es decir, rubitos, pero en ningún caso rebasaron mas 450.000 individuos. Y al poco los musulmanes por el sur (mayoritariamente bereberes) morenitos, pero tampoco superaron nunca el medio millón. Con todos estos ingredientes, la masa genética hispánica, después de haberse mezclado, agitado y asentado, estaba ya formada. Y desde entonces no ha sufrido variación relevante.
Teniendo en cuenta también el importante componente judío, que había entrado en España durante su diáspora por el mundo, se podría asegurar la siguiente componenda genética hispana: 40% íbero, 30% celta, 2% fenicio, 2%griego, 10% bereber, 11% judía y 5% otros. Es decir, los españoles actuales descendemos de un totum revolutum de multitud de pueblos diversos. Y ése sustrato genético, además, repartido de manera homogénea a lo largo y ancho del territorio. En fin..
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario