lunes, 5 de abril de 2021

Primavera en el corazón..

                                                                             


             


Mudas están las fuentes y las aves;

no circula ni un átomo de viento;

cortadas por el sol lentas y graves

caen las hojas del árbol macilento;

tenue vapor en ráfagas suaves

se levanta con fácil movimiento

y mezclando en la luz su sombra extraña,

va formando la nube en la montaña.

--José Selgas--


Fijaros, siempre tuve una especial querencia por los ambientes y paisajes nórdicos. Me atraían sobremanera los prados verdes, las ciudades grises, asépticas, revestidas de elegancia y cierto toque romanticón que veía en muchas películas y documentales. Ése entorno frío y desangelado lo asociaba a esa Europa culta, rica, amante del orden y de la justicia.

Quizás, y aludiendo al dicho según el cual se desea más lo que no se tiene, como he padecido y/o disfrutado de largos y calurosos veranos a lo largo de buena parte de mi vida, (todos los nacidos en Fuente de Cantos lo sabemos) pues ansiaba justo lo contrario, es decir, tiempo fresco y entornos sombríos.

Pero han pasado los años y uno ya no es el mismo. He viajado, leído, mirado, padecido, o disfrutado de otros parajes y ambientes; tantos que ahora puedo discernir y juzgar con conocimiento de causa. Tal vez por esto y por algunas otras razones resulta que me empiezan a gustar los veranos, y con ello el sur, mi tierra..

Sí, estoy empezando a apreciar las bondades del estío. Me gustan ya sus largas y cálidas tardes y las noches estrelladas. Tanto he debido cambiar en estos asuntos que incluso constato que buen tiempo y calidad de vida pueden ser sinónimos a tener muy en cuenta.

Mirad, ¡lo he pensado mejor!, dejo el crudo invierno para gente seria, cumplidora, formal... Abandono mis soñadas brumas para siempre, porque entiendo que son más propias de gentes circunspectas, cuadriculadas, solventes en carácter y costumbres; nosotros somos más gualdrapillas.. Y porque mejor aceptar lo que dispuso la naturaleza y la evolución y sean ellos, los europeos de piel rojiza y cabellos rubios, mejor adaptados, los que soporten las duras inclemencias atmosféricas.. Mientras, yo...

Regresaré con mi gente, volveré a sudar la gota gorda en las interminables siestas de ferragosto, y repantingaré mi sufrido cuerpo en un velador de El Gato ante lingotazos de cerveza helada. Quizás después me baje hasta la Plaza y, sentado en alguna perrunilla, oiga dar las doce en el reloj de la Torre. Y cuando perciba que los pájaros han enmudecido en el silencio de la madrugada, tal vez me vaya a casa a dormir..

Joaquín


No hay comentarios:

Publicar un comentario