El estío..
Mayo recoge el virginal tesoro;
desciñe Flora su gentil guirnalda;
la sombra busca el manantial sonoro
del alto monte en la risueña falda.
Campos son ya de púrpura de oro
los que fueron de rosa y esmeralda;
y apenas riza su corriente el rio
a los primeros soplos del estío.
--José Selgas-- (siglo XIX)--
Un apodo, o mote, según la Real Academia de la Lengua, es el nombre que suele darse a una persona tomado de sus defectos personales o alguna otra circunstancia. Apodo proviene de la palabra latina “Apputare” que no significa otra cosa que “comparar” Y, fijaros, tiene sentido, puesto que los apodos se los encasquetamos a alguien comparándolo con algo, generalmente peyorativo y rechazable.
Esto de los apodos, más propios de los pueblos como todos sabemos, tiene su utilidad manifiesta. No hay mas que visitar una localidad y preguntar al primer lugareño entrado en años que veamos por un vecino suyo, facilitándole, claro está, su nombre de pila y apellido, y nos llevaremos la sorpresa de que no sabe de quién se trata. Eso sí, si le decimos el apodo del susodicho paisano, lo recuerda al instante y sabe donde vive..
Y digo yo, si todos y cada uno de los vecinos de un pueblo pequeño o mediano se llamaran de manera diferente no harían falta apodos. Pero, claro, quizás haya en el pueblo cuarenta Manueles y cincuenta Pepes, y ya me dirán cómo los distinguimos, y he ahí cuando el apodo nos viene que ni de perlas..
En Extremadura hemos sido muy de apodar a la gente. No hay extremeño que no carguemos con el nuestro, y además familiar y de hondas raíces en el tiempo. Si, porque si un antepasado nuestro le pusieron un mote por alguna extraña circunstancia, todos sus herederos impepinablemente apechugamos con ese mote.
El mío, por ejemplo, me viene de un bisabuelo materno, que no sé que hizo el buen hombre con la comida, que le pusieron “Mediobocao”. Ahora ya menos, pero hasta hace unas décadas con decirle al que me preguntara, ¿tú de quién eres? Y yo contestarle: ¡de los Mediobocaos!, Ya no hacía falta darle más explicaciones, enseguida me situaban...
Yo supongo que la mayoría de los que cargamos con algún mote lo llevamos a gala, no nos incomoda que nos reconozcan por él, lo que no quita para que algunos apodados, quizás con mala leche, tenga motivos para despotricar con quien se lo diga; yo me sé de algunos, pero no quiero ni nombrarlos.
Al igual en otros lugares algunos motes del pueblo se van extinguiendo, sobre todo si el último portador que lo llevaba no ha tenido muchos descendientes o estos han emigrado. Otros, los menos, surgen nuevos entre la muchachada, pero en general los motes están ya en desuso.
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario