Conmigo que no cuenten para eso..
¿Quién pensara jamás , Teresa mía,
que
fuera eterno manantial de llanto
tanto
inocente amor, tanta alegría,
tantas
delicias, delirio tanto?
¿Quién pensara jamás llegase un día
en
que perdido el celestial encanto
y
caída la venda de los ojos
cuanto
diera placer causara enojos?
Aún
parece, Teresa, que te veo
aérea
como dorada mariposa,
ensueño
delicioso del deseo
sobre
tallo gentil temprana rosa,
del
amor venturoso devaneo,
angélica,
purísima y dichosa,
y
oigo tu voz dulcísima, y respiro
tu
aliento perfumado en tu suspiro.
--Espronceda--
Para
ser felices nos dicen, entre otras cosas, que es contraproducente depender demasiado
del cariño y del afecto de seres queridos por el impacto
demoledor que supone en nuestro aparato emotivo y sentimental su
desaparición de nuestras vidas.
Pero,
claro, venimos al mundo sin manual de instrucciones, con la mente en
blanco y sin estructuras definidas. Nada más nacer se nos aparece
ante nuestros asombrados ojos unas cuantas figuras difusas y
permanentes que al poco percibimos como nuestros seres
imprescindibles. La primera y más cercana nuestra madre,
que durante los primeros años de existencia será como un anexo de
nuestra propia vida.
También
nuestro padre o hermanos pasarán inmediatamente a ser
receptores absolutos de nuestro aprecio y cariño. Tanto es así,
que estaríamos dispuestos a dar o hacer cualquier cosa por
ellos. Y por supuesto, nada ni nadie nos advierte ni nos
pone en guardia contra esos amores ya imperecederos que nos
acompañaran, por cierto, el resto de la vida. Con estos mimbres
¿Quién es el guapo que no se compromete? ¿Quién tiene el
cuajo de vivir al margen para no sufrir?.
Mucho
me temo que estos sabios consejos apelando al desapego afectivo no
tendrán demasiada acogida. Siempre entenderemos que es
preferible mil veces caer en la decepción amorosa o en la mas
infinita tristeza por la muerte de un ser querido a no
ejercitar las pasiones. Incluso
soportaremos la infinita decepción cuando algún amigo nos
traicione. Todo esto lo antepondremos, y más, antes que mostrar
frialdad o indiferencia a las personas cercanas.
Y
es que la mayoría de los mortales, irremisiblemente, elegiremos
caer y volver a caer, en sufrimientos, decepciones o
angustias, antes que vivir faltos de emociones primarias, sean
éstas buenas o malas.
Joaquín
Yerga
No hay comentarios:
Publicar un comentario