Qué habría visto su marido en ella.. Se preguntaba una y otra vez.. ¿Tal vez su juventud, sus largos cabellos rubios, sus grandes ojos azules, su bondad?.. No sé, el caso es que él tenía ya 52 años y estaba viudo, pero era ya un afamado pintor.
Cuando su marido le habló de posar para un cuadro, ya de casada, la proposición le produjo una alegría inmensa; jamás lo había hecho antes y eso que había visto a alguna chica entrar en su estudio y posar para él..
El cuadro quedó maravilloso, para su gusto. Se trataba de las Tres Gracias (las tres hijas de Zeus.. Aglaya (belleza) Eufrosine (júbilo) y Talia (abundancia)). Ella, Helene, es la rubia de la izquierda.
Fue el cuadro preferido de su marido por muchas razones. Siempre estuvo colgado en la habitación de matrimonio..
Cuando murió su marido, Heléne tuvo que subastar todas sus pinturas para sobrevivir. Pero de todas, quizás por el cariño que él le tuvo al lienzo, la de Las Tres Gracias fue la única que no quiso meterla en el lote; lágrimas le costó desprenderse de ella. Le hizo prometer al comprador que jamás se mostrara en público.
Heléne lloró a su marido.. ¡Oh, si le lloró de veras!.. Fueron muy felices!.. A pesar de estar ya viejo cuando lo conoció, aún tuvo tiempo y fuerzas para preñarla cinco veces. Se le murió en sus brazos..
Durante muchos años el cuadro decoró una estancia del antiguo Alcázar de Madrid, en privado. Hoy le ven el culo a Heléne todo el mundo en la sala Rubens del Museo del Prado.
Si su marido, Pedro Pablo Rubens o ella misma, Heléne, levantaran la cabeza, se morirían del disgusto.
Joaquín

No hay comentarios:
Publicar un comentario