Todavía recuerdo la noche que lloraste
porque te hablé de romper lo nuestro.
Tú ignorabas que yo iba de farol.
Fue el día más feliz de mi vida.
Tiempo después me dejaste tú y yo no lloré.
Pero esas lágrimas que entonces no derramé
quizás por orgullo y fingida dignidad,
te las cobraste luego con creces.
aún brotan a chorros de mi corazón..
--Joaquín--
En algún sitio leí que Fuente de Cantos fue llamado en cierta época “el pueblo de las casas grandes” y no es de extrañar, las tenemos y muchas. También recuerdo haber oído, por boca de algún experto, que le conocían a su vez como “el pueblo de las espadañas”. Tampoco iba mal desencaminado el apodo, aún nos queda algunas, y os aseguro que hubo más. No obstante no me extrañaría que en algún texto antiguo Fuente de Cantos apareciera también como “el pueblo de las ermitas”. por dos decenas largas que hemos tenido a lo largo de nuestra historia..
Todas nuestras ermitas, de alguna manera, delimitaban la extensión del pueblo entonces; al estar ubicadas justo a las afueras y sobre todos los puntos cardinales del recinto urbano nos podemos hacer una idea hasta donde llegaba la población.
Aún nos quedan en el pueblo tres sin contar la de San Isidro, puesto que ésta es de reciente construcción. Supongo que no hace falta recordaros que nuestra ermita por antonomasia es la de la Hermosa, Santa María de la Hermosa era su nombre original, del siglo XVIII, aunque erigida sobre otra más pequeña y más antigua. Ésta ermita delimitaba el pueblo por el norte. He de hacer constar que al estar muy alejada de la parroquia y poblarse el pueblo en habitantes en esa zona, durante un tiempo la Encomienda Eclesiástica la hizo parroquia, compartiendo el cargo junto a la de la Granada, para atender a tantos nuevos fieles.
Teníamos a su vez la ermita de los Mártires, al final de la calle del mismo nombre, antes llamada Calera por ser el antiguo camino a esta localidad vecina. Y la ermita de San Benito, dedicada a San Benito de Nursia, un sacerdote que fundó la orden de los Benedictinos. De ésta ermita aún quedaban restos de ella en 1.887. Estaba situada en el camino de Valencia del Ventoso, justo al final de la actual calle San Benito, en el Caño.
Otra ermita que pocos saben que existía era la de San Julián, al final de la calle del mismo nombre, y la de Santa Ana, dentro del casco urbano, en la actual calle del Cristo, aunque no tenemos datos exactos. Y la de San Juan de Letrán, que aún mantenemos en pie y más reciente en el tiempo su construcción; data del año 1515, (recién descubierta América).
La ermita de San Marcos en un principio alejada del pueblo, al crecer éste por el sur se quedó sólo a las afueras. Se derruyó para levantar el convento de San Diego. Y luego tenemos la del Cristo dentro del recinto urbano, felizmente recuperada. Y teníamos la ermita de la Esperanza, y la de Santa Lucía, y la de Misericordia, y la de San Blas, y la de San Bartolomé, y la de la Madre de Dios, y la de la Aurora, y la de los Remedios, y la de San Juan del Campo y la de Santa Victoria y San Nicolás, ¿sigo? No, no sigo porque creo que las he dicho todas, pero ¿Os imagináis que las conserváramos todas bien arregladitas? Qué puntazo para el pueblo sería. Apuesto que todas y cada una de ellas, excepto la de Santa María de la Hermosa, serian recoletas y hechas con esmero.. En fin, por soñar que no quede...
Joaquín
No hay comentarios:
Publicar un comentario