Bueno, ya sabéis que el nuevo Papa ha tomado del nombre de León XIV, bien, pues a otro XIV, pero en este caso Gregorio, pidió audiencia el embajador español en la Santa Sede..
Gregorio XIV era un tipo desabrido y vanidoso, apenas prestaba atención a lo que nuestro diplomático le explicaba..
El embajador seguía hablando, pero el pontífice perdía el tiempo manoseando un valioso gatito de angora apoyado en su regazo o mirando las musarañas..
El embajador español, D. Francisco de Álava para más señas, cabreado ya por la descortesía del Sumo Pontífice, se acercó a él, cogió al gato por el cuello y lo tiró al suelo..
--¡Oh, pero cómo os atrevéis!---exclamó el Papa y, fuera de sí, le arrojó una campanilla de oro macizo que tenía sobre la mesa.
D. Francisco, con aplomo y sin inmutarse se la devolvió después de haberla besado, diciéndole: Algún día ésta campanilla tendrá que pregonar nuestra fama en el mundo.. E inmediatamente abandonó la audiencia.
Dicen que el Papa, pasmado ante tal osadía, soltó por lo bajines: ¡No se puede negar que éste hombre los tiene bien puestos!...
Claro, que les hablo del siglo XVI, cuando éramos alguien en el mundo.. ¡Ay dios!, ahora nos mean encima cualquier país mindundi y decimos que está lloviendo.. 😟😟😟
Joaquín
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