La dejé marcharse sola...
y, sin embargo, tenía
para evitar mi agonía
la piedad de una pistola.
¿Por qué no morir? --pensé--
¿Por qué no librarme de esta
tortura?¿Ya qué me resta
después que ella se me fue?
Pero el resabio cristiano
me insinuó con voces graves:
¡pobre necio, tú que sabes!
Y paralizó mi mano
Tuve miedo, es la verdad;
miedo sí, de ya no verla,
miedo inmenso de perderla
por toda una eternidad.
--Amado Nervo--
Según el Génesis, al principio de los tiempos en toda la tierra se hablaba el mismo idioma. Ningún problema de comunicación había entre sus habitantes, todos usaban las mismas palabras. Esto fue así hasta que unos descendientes de Noé, (el del Diluvio Universal) decidieron instalarse en lo que ahora es el norte de Irak, y fundaran allí una ciudad a la que llamaron, Babilonia.
Cuando Babilonia prosperó, sus gobernantes, enriquecidos, quisieron hacer una proeza para que todo el mundo supieran de su grandeza y osadía. Y planearon construir una gran Torre que tocara el cielo en su cúspide.
Bajó, Dios, un día a ver lo que hacían sus siervos babilónicos, y se llevó las manos a la cabeza al contemplar semejante insolencia ¡Cómo se atrevían a desafiar a Dios!. Como castigo y para que desistieran de sus propósitos les hizo confundir haciendo que cada uno hablara una lengua diferente. Por supuesto el caos entre ellos fue apoteósico, no teniendo más remedio que dejar la Torre a medio hacer. Desde entonces andamos por el mundo con traductores.
Fijaos lo que pasó realmente:
Los judíos, que fueron los que escribieron el Génesis y por tanto también el pasaje que acabo de describir arriba, estuvieron cautivos en manos de los Babilónicos. Babilonia era entonces la ciudad más deslumbrante de aquel mundo. Poseía multitud de soberbios templos y palacios, jardines esplendorosos y estatuas de mármol repartidas por sus plazas. La vida social allí era agitadisima, la gente era muy liberal y adoraban a un montón de dioses a cual más permisivo. Era también una ciudad moderna en arquitectura y rebosante de lujo y perversión. ¡La vida en Babilonia era sencillamente maravillosa!..
No obstante, `para los judíos, presos allí y maltratados durante muchos años, Babilonia era la encarnación de Lucifer, la ciudad del mal, la pecadora. Su referente era la mítica y devota Jerusalén.
Bien, pues cuando fueron liberados de la esclavitud y volvieron a su patria, no tardaron mucho sus escribas y profetas en inventarse historias para denigrar a la odiada Babilonia. Entre estas historias estaba la de la Torre de Babel..
Está claro que el nombre de Babel viene de Babilonia, ciudad a la que los judíos, por razones obvias, odiaban a muerte. Babilonia significa en su idioma “la verja del cielo” y era la antítesis de Jerusalén, la ciudad santa..
Como os dicho, Babilonia era moderna, libertina, corrupta, apasionante, divertida, humana, sobornable; ¡vamos!, algo así como Las Vegas o Benidorm.
La otra, Jerusalén, santurrona, callada, piadosa, aburrida, inflexible, ordenada, devota, digamos que similar a Teherán o Pyongyang, la capital comunista de Corea del Norte..
Y digo yo, ¿Dónde viviríais si pudieseis elegir?.. Yo lo tengo clarísimo, en.....😏😏😏
Joaquín
La Torre de Babel
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