¿Sabes?..
Era la Dama de las Camelias mi ideal
de mujer: delicada, frágil, sensible,
amante enamorada, capaz de morir por amor..
¡Cuántas veces soñé con ella!.
Pues ese amor platónico de juventud
que usurpó quietud en mis noches,
son ahora tus ojos, guías de mi senectud.
--Joaquín--
La maldad humana no tiene límites. Conste que la bondad tampoco.. Los seres humanos copamos los sentimientos y actitudes más dispares que podamos imaginar: o nos queremos a rabiar por encima de todas las cosas o nos hacemos la puñeta hasta extremos inconcebibles... Mirad qué ejemplo..
Hubo una vez un rey en Rumanía llamado Vlad (Vladimiro) al que apodaban “el Empalador”, un tipo de lo más inhumano que os podáis imaginar..
El menda empalaba literalmente a sus enemigos. Sí, les metía un palo de tamaño poste de teléfono por semejante parte a los pobres desgraciados que osaban llevarle la contraria.. Después los dejaba al borde de los caminos tiesos mientras expiraban. Así servía de escarmiento para otros..
Pero éste siniestro rey ideó además otra barbaridad más cruel... vean..
En guerra contra los turcos, que pretendían arrebatarle parte de sus territorios, no se le ocurrió al pavo otra cosa que reunir a todos los leprosos, tuberculosos, sifilíticos y resto de enfermos contagiosos que pudo de su reino, ponerles ropas turcas, turbantes incluidos, e introducirlos en la capital enemiga, Estambul, para expandir las miasmas entre el enemigo. Es decir, inventó la guerra biológica. ¡Y menos mal que aún no estaba lo del Covid-19!..
Nuestro rey Felipe II, no fue tan inhumano, pero fijaros lo que nos hizo a Fuente de Cantos.. Bueno, a Fuente de Cantos y a los pueblos hermanos de Montemolín, Monesterio, Medina y Bienvenida...
¡Pues que nos vendió a un tipo de Sevilla!.. Si, lo que oís, por cuatro perras nos compró un tal D. Juan Núñez de Illescas, noble castellano de postín, al que hubo que pagarle los impuestos. En esa época éramos unos 3.000 vecinos y veinte moriscos agrupados en dieciséis calles.
Así que, tomad nota, durante unos años pertenecimos a la Encomienda de Sevilla.. Tierras, casas, iglesias y gente, todo el lote completo pasamos a manos de ese potentado sevillano..
Y es que, al taciturno de Felipe II le hacía falta dinero para sus numerosas deudas contraídas.. ¡Y mira por donde aquí estábamos nosotros, ¡¡vendibles!!...
Joaquín
calle Pizarro
calle Zorrilla
calle Canal
Plaza del Carmen
calle Doctor Goyanes
Canal
Calvario
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