sábado, 23 de enero de 2021

La vida cotidiana en aquel lejano Fuente de Cantos..

                                                                     


                 


Mientras sintamos que se alegra el alma,

sin que los labios rían;

mientras se llore sin que el llanto acuda

a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza

batallando prosigan;

mientras haya esperanzas y recuerdos,

¡habrá poesía!

Bécquer--



Del siglo XVI podríamos decir, sin temor a exagerar, que fue nuestro mejor siglo como nación. Sí, porque acabábamos de conquistar y colonizar toda América, media Europa era nuestra también, por herencia, y hasta Portugal la incorporamos al imperio al morir la madre portuguesa de Felipe II.. Luego entramos en picado y fuimos perdiendo todo hasta quedarnos en los huesos que estamos ahora.

De Fuente de Cantos algo sabemos de aquellos tiempos. Dos años después de descubrirse América, en 1494, el pueblo rondaba ya los 5.000 habitantes y administrativamente pertenecíamos a Montemolin. Allí vivía el comendador general, encargado de nuestras finanzas y seguridad. A él recurrieron precisamente muchos de nuestros vecinos reclamándoles un nuevo horno de poya para hacer su pan. 

Recuerdo para el que no lo sepa que un horno de poya era un horno colectivo donde iban los lugareños a hornear su pan, previo pago de una minuta en dinero o en especie. La existencia de estos hornos se debía a la prohibición de tener hornos particulares en casa. En el pueblo había tres pero eran insuficientes para la población que contenía y las colas que se formaban eran grandes; habitualmente correspondía un horno por cada 1.000 habitantes.. No olvidéis que la calle Santa Lucía, en el Canal, antes se llamaba Horno de la Poya, señal inequívoca de la existencia allí de uno.

¡Imaginaros la vida cotidiana en el pueblo hace 500 años!. ¿Cómo serían nuestros antepasados? ¿A qué se dedicarían en aquellos tiempos tan pretéritos? Pues casi nos lo podemos figurar. En ésa época, final de la Edad Media, aún existían caballeros con armaduras y todo giraba entorno al trabajo y la devoción, y apenas nada de ocio, ¡claro!.

Los hombres, y en general toda la familia incluidos los hijos, trabajaban de sol a sol y sólo los domingos libraban, por la misa. Eso sí, días festivos había a tutiplén. No había santos que no tuviera su misa y procesión.

La mayoría de la gente entonces era ruda, tosca, sacrificada, unos pocos instruidos y la inmensa mayoría analfabeta. Lo pocos ratos de ocio que tenían los hombres (los domingos por la tarde) los aprovechaban en las tabernas jugando a los dados y a las cartas. Los más jóvenes se entretenían jugando a la pelota en las paredes de las iglesias (en la Ermita de la Hermosa era muy habitual) o simulando ser caballeros que salvaban a las damas de las garras de los moros..

¿Y las mujeres en qué empleaban los escasos ratos libres que le dejaban los apaños de la casa? Pues se reunían alrededor de las fuentes y caños del pueblo, y allí reían y murmuraban entre ellas mientras esperaban la llegada de las pandillas de chicos. Algunas veces recorrían juntos las calles cantando canciones populares..

Como los asuntos religiosos eran muy abundantes todo el año (había que preparar las misas, entierros, bodas y bautizos) y los templos sacros muchos (parroquia, ermitas y los cuatro hospitales que había en el pueblo) pues contábamos con dos curas párrocos y ocho capellanes, amén de monaguillos, seglares, campaneros, ermitaños encargados de las ermitas etc. etc. Como ven, una buena y lucrativa plantilla..

Nuestro medio de vida, casi como ahora, era la agricultura y en menor medida la ganadería, pero también en aquellos lejanos años existían un montón de oficios de carácter artesano, como los relacionados con el lino, el esparto o el mimbre. Bueno, y tenderos, curtidores, herreros, etcétera. Alguna fabrica de jabón teníamos también, y hasta un batan para hacer y transformar tejidos en el Bodión. Debe ser que el río entonces llevaba más agua y permitía mover bien la gran rueda.

En fin, sepan que mientras Carlos I tomaba posesión del trono de España y nos embarcaba en un montón de penosas guerras religiosas contra los protestantes norte-europeos, aquí abajo, en Fuente de Cantos, nosotros a lo nuestro, a trabajar y rezar...

Joaquín

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