miércoles, 27 de enero de 2021

Cinco días de vida..

 




¿Qué por qué te amo?..

¡Y por qué no!.

No sé.., dime:

Por qué brillan las estrellas,

tan lejos..

Por qué ansiamos la luz

del Sol..

Amiga, inexplicable el amor;

apenas me haces maldito caso

y yo aún muero por tus besos.

--Joaquín--



Pásmense, no es broma, para el año 2084 seguramente ya se habrá ido el virus que nos asola, pero resulta que el 23 de septiembre de ése año, un asteroide de tamaño medio puede que impacte contra la Tierra.. Se trata de una roca de unos catorce metros de diámetro que vaga errante por el espacio infinito dando vueltas alrededor del Sol en una órbita gigantesca.. Cada cientos de años pasa cerquita de nosotros y, puede que alguna vez, quizás la próxima, se desvié por efecto de la gravedad terrestre y choque contra nuestro planeta.. ¡Dios nos coja confesados!.. Claro que a los de mi generación nos da un poco igual, ya no estaremos aquí..

Según los astrónomos que siguen el caso las posibilidades del impacto son de 147 a una. Pues no crean que es poco sabiendo lo que nos jugamos.. No es que sea muy grande el meteorito pero la velocidad que trae puede causar estragos..

Por cierto, ¿se imaginan que sepamos de la llegada de un gran asteroide a chocar contra la tierra sin posibilidades de salvarnos? No lo he pensado, pero debe ser horrible.. ¿Qué haríamos entonces los 8.500 millones de seres que habitamos este sufrido planeta? Apuesto que nos olvidaríamos de las diferencias étnicas, económicas, políticas y sociales que tanto nos fascinan.

¿Y si ya no hubiera solución? ¡Piénsenlo, nos quedan sólo cinco días de vida!: gente desesperada, lloros, gritos por doquier. Las iglesias abarrotadas de gente suplicando, los santos en las calles tras los cuales millones de personas en procesión constante y con velas irían cantando e implorando perdón al creador. Y más..

Otros habría que, conscientes del poco tiempo de vida, fornicarían sin parar. Los habría pendencieros que asesinarían a odiados enemigos, y millones de familias recogidas en sus casas abrazados unos a otros esperando el final. Y también, cómo no, glotones henchidos de gula zampando los manjares que siempre soñaron, y violadores, y psicópatas y ladrones a su albedrío porque, ni habría policías en la calles ni habría ya justicia... En fin, que horror...

Joaquín Yerga



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