¡Ay, mi hijita primera!
¡y mi hijita segunda!
¡y mi hijita tercera!
¡Ay, mis hijas chiquitas lo que yo os quiero!
Pero,
¡De qué manera quiero a mi chiquitísima tercera!
Es, ¡claro está!, mi tesoro;
tiene los pelines de oro,
y tiene unas fuerzotas como un toro.
No es mayor que un suspiro o que un vilano,
apenas si a cogerla me decido
por miedo a que mi mano
pueda quebrar su vuelo.
¿Quién habla de dormir si pide juego?
Juguemos, corazón, la vida es corta.
Tengo que trabajar, si, pero.. luego.
¡Y vengo tan cansado! Mas qué importa.
Y si quieres dormir, duerme enseguida.
Lo que quieras, mi vida.
Y, si es que quieres pecho, dale pecho.
Todo lo que ella pida.
--Rafael G. Castell-- (siglo XIX)
Para los católicos el Sábado Santo (primer plenilunio de primavera) es uno de los grandes hitos festivos del año. Muerto ya Jesús, es el día en el que su cuerpo y espíritu baja a las profundidades del abismo.
Pero la verdadera celebración religiosa comienza en la madrugada del sábado al domingo, en lo que se denomina la Vigilia Pascual. Se venera esta noche especialmente a la Virgen de la Soledad, que simboliza la soledad de una madre cuando el hijo ha muerto.
En algunos lugares, esta madrugada aún comienza con los templos a oscuras y en silencio, mientras en el atrio del exterior se enciende un cirio, el Cirio Pascual.
Con el Cirio encendido, símbolo de Cristo Resucitado, entran los presbíteros en la Iglesia cantando y recitando salmos de la biblia alusivos a la resurrección. Una vez situados en mitad del presbiterio se encienden las luces del templo, ¡Cristo ha resucitado!.. Lo siguiente era bautizar a los nuevos cristianos..
Por cierto, ya no es Sábado de Gloria como antaño, sino simplemente Sábado Santo, desde que se le ocurrió la idea al Papa Pio XII, hace ya unas cuántas décadas.
En fin..
Joaquin.
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