Noche de desolaciones,
eterna, que llamé en vano
con la temblorosa mano
en los cerrados mesones.
Lloraba un violín distante
con tanta melancolía
como nuestra vida errante,
¡vida mía!.
Triste voluntad rendida
al dolor de la pobreza.
¡Oh, la infinita tristeza
de la amada mal vestida!
Palabra de amor que esconde
la llaga que va sangrando,
y andar, siempre andar, ¿Adónde?
¿Y hasta cuándo?
--Ya apunta la claridad...
Ya verás cómo se muestra
propicia y mágica nuestra
madre, la Casualidad.
Y en la encrucijada umbría
de la suerte impenetrable,
la Miseria, la implacable,
se reía, se reía.
--Emilio Carrere--
Alfonso VI de León fue uno de los reyes más importantes de la Edad Media. El tipo ganó batallas a los moros, pero también perdió unas pocas. Una de las cuestiones por las que fue más conocido era por la relación de amor y odio que mantuvo con el Cid toda su vida.
Rodrigo Díaz de Vivar “El Cid Campeador” fue el lugarteniente del rey Sancho II de Castilla, además de ser un tipo poderoso y con ejercito propio.
Al morir asesinado Sancho, mientras cagaba, y recaer las sospechas en su hermano Alfonso VI, tuvo la osadía de exigirle a éste (antes de prometerle obediencia y fidelidad) que jurara no haber tenido nada que ver con el asesinato de su hermano, es decir, la famosa “Jura de Santa Gadea”, (por la iglesia de Burgos en donde se realizó el acto). Alfonso VI juró su inocencia, pero ése gesto de humillación nunca se lo perdonó al Cid y se lo hizo pagar caro.
En la vida amorosa de Alfonso tampoco faltó de nada. Se casó cinco veces pero tuvo muchas amantes de larga duración (entre ellas su hermana Urraca) e infinidad de un sólo día. Tal vez la más famosa de todas sea la mora Zaida, hija del rey moro de Sevilla y con la que tuvo, por cierto, dos hijos ilegítimos.
No obstante, a pesar de sus aciertos y desaciertos, que hubo muchos, quizás su fallo más grande fue ceder (a su muerte) a su yerno francés (casado con su hija mayor) el condado de Oporto. Esto motivó, con el tiempo, la independencia de Portugal del condado de Castilla,
¡Para que veáis de dónde viene la cosa!..
En fin..
Joaquín
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