Nunca me dicen tus labios
lo que me dicen tus ojos,
que confiesan tus antojos
o descubren tus agravios,
que me glosan tu dolor
o me infunden tu alegría,
que me lloran tu agonía
o me inundan de tu amor..
--Luis M. Kleiser-- (siglo XIX)
La fe tal vez sea la convicción más fuerte de los seres humanos, a pesar de la falta de pruebas convincentes. Creemos en Dios, en el destino, y hasta los hay que conjeturan con la reencarnación, y todo por necesidades existenciales, espirituales o enseñanzas culturales... pero...
Fijaos, si yo hubiese nacido en la India, hoy en día seria de religión hinduista, adoraría al dios Visnú, y posiblemente iría una vez al año a purificar mi cuerpo y mi alma al río Ganges. Pero si hubiese visto mi primera luz del día en Túnez, entonces me llamaría Mohamed y estaría deseoso de visitar la Gran Mezquita de la Kaaba y rezar ante sus sagrados muros.
No obstante he nacido en España, por lo tanto me corresponde ser cristiano y católico para más señas. Esto demuestra a las claras que la opción de mis creencias están sujetas sin lugar a dudas a mi lugar de nacimiento. Lo que no me impide dudar de muchas cosas.
Y dudo, por ejemplo, de la autenticidad de la reliquia más conocida, junto con el cáliz de la última cena, “La Sábana Santa" de Turín. El lienzo, también llamado “La Síndome” se supone que es el sudario donde envolvieron a Cristo después de muerto, y es objeto, por cierto, de veneración por millones de católicos en todo el mundo.
Sin embargo según las últimas pruebas realizadas con el famoso “Carbono 14”, no deja lugar a dudas de que se trata de una falsificación.
En 1988, en medio de un riguroso ceremonial se tomaron muestras y se enviaron a tres laboratorios distintos, Oxford, Zurich y Arizona y los tres coincidieron en que la tela de lino correspondía al siglo XIV, y no al año 33 d.c. que se supone la fecha de la crucifixión de Cristo. Eso sí, en la sábana está marcado nítidamente el cuerpo de un hombre que sufrió tormento, posiblemente crucifixión, igual que Jesús.
Decía al principio que la fe mueve montañas, y me ratifico en ello, porque a pesar de la infalibilidad de las pruebas realizadas al sudario, en las que se demuestra su escasa autenticidad, millones de peregrinos acuden cada año a la catedral de San Juan Bautista de Turín a rendirle pleitesía.
En fin..
Joaquín
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