Un amor que pregunta, si es virtud o es pecado,
la fuerza que lo agita, eso es el amor soñado.
Un amor que se esconde, porque teme al futuro,
puede ser un amor, pero no es el más puro.
Un amor que se escapa de su propio sentido,
es la rama del árbol sin la gloria del nido.
Un amor que razona, que contrata su ensueño,
inevitablemente será un amor pequeño.
--J. A. Buesa--
¿Nunca os habéis preguntado a qué se debe que las estatuas masculinas griegas y romanas, tan decorativas y tan vistosas ellas, tengan todas el pene del representado extremadamente pequeño?, el David de Miguel Ángel, por ejemplo.
Los penes pequeños en toda representación pictórica o escultural de la figura masculina no era por pudor, tampoco porque los griegos o los romanos por raza sean propensos a penes diminutos como los chinos; ¡qué va!., la explicación es más profunda, más poética.
Resulta que, para los griegos antiguos, los hombres sabios, los virtuosos, los grandes guerreros, tenían que refrenar sus impulsos sexuales, debían controlar su cuerpo. El ideal era la armonía, la belleza del héroe y la superioridad espiritual; de ahí un miembro pequeño y flácido. Los miembros erectos y descomunales se quedaban para los sátiros y los degenerados..
Y qué curioso, a los viejos sí se le representaban con penes grandes, pero precisamente porque ya no encarnaban el ideal físico de aquella juventud heroica..
Ahora que lo sabemos, entenderemos al comediante griego Aristófanes, cuando dijo aquello de: el hombre perfecto debe tener pecho sano, anchos hombros, lengua corta, glúteos fuertes y miembro viril pequeño..
Bueno, no hace falta deciros que en estos tiempos es justo lo contrario, pene grande ande o no ande..
Joaquín
Efebo, de Policleto
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