Cruzábamos tristemente
las calles llenas de luna,
y el hambre bailaba una
zarabanda en nuestra mente.
Al verla triste y dolida,
yo la besaba la boca..
-¿Por qué aborreces la vida,
risa loca?.
No llores, rosa carnal,
que yo robaré el tesoro
de la tierra papal
para tus cabellos de oro.
Y un espíritu burlón
que entre las sombras había,
al escuchar mi canción,
se reía, se reía.
--Emilio Carrere--
Bordeando el mítico año mil, estaba España dividida a partes iguales entre cristianos y musulmanes. Exactamente de Madrid para abajo aun era mora y de ahí para arriba se habían formado ya los diferentes reinos cristianos, que serían después el origen de las autonomías actuales..
Muerto Fernando I de León, que aglutinaba gran parte de esos reinos, dividió su territorio entre sus cinco hijos (tres machos y dos hembras). El primogénito Sancho II, sacó la mejor tajada al tocarle Castilla, al segundo Alfonso VI, el reino de León y a García, el tercero de los varones, Galicia. En cuanto a las hembras se llevaron las migajas, Urraca, la mayor, se tuvo que apañar con el condado de Zamora y Elvira con el de Toro.
Pero sus retoños no quedaron conformes con el reparto. Sancho, quizás el más ambicioso, pensaba que al ser el mayor le correspondía casi todo, y no tardó en pelear contra su hermano Alfonso para arrebatarle su parte. La hermana mayor, Urraca enamorada de Alfonso, (un amor incestuoso que ha dado mucho que hablar en la literatura castellana) intercedió y llegaron a un acuerdo amistoso.
Sin embargo, pronto volvieron a la carga y Sancho hizo preso a Alfonso desterrándolo a Toledo, en poder entonces de los moros. Y, aprovechando la ausencia de su hermano siguió con sus apetencias de apoderase de todo.
Mientras intentaba ganarse Zamora, Sancho fue asesinado. Estaba el hombre agachado cagando a las afueras de la ciudad cuando un tal Bellido Dolfos le atravesó el pecho con una lanza. Ése tal Bellido era amigo y protegido de Urraca, con lo que no hacía falta hacer muchas conjeturas acerca de la verdadera instigadora del asesinato.
Urraca en cuanto supo de la muerte de su hermano Sancho, dio recado urgente a su otro hermano, Alfonso para que volviera, pues ya tenía el camino libre.
Y Alfonso volvió de Toledo y además con ganas de gresca. Enseguida tomó posesión de su reino y del de su hermano asesinado. Y no solo eso, fue a Galicia, encerró sin compasión y con grilletes en una mazmorra de por vida a su otro hermano, García, y de paso metió en un convento a sus dos hermanas para quedarse con todo lo suyo. ¡Después de todo lo que Urraca había hecho por él!...
En fin, así se las gastaban en aquella época.
Joaquin
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