Cuando yo me muera, pobres hijos míos,
y vengan a casa los enterradores
a buscar mis restos rígidos y fríos
para arrebatarlos de vuestros amores;
cuando ya mis ojos no puedan miraros
y me haya invadido la eterna quietud
y el cuerpo no pueda salir a buscaros
de las ocho tablas de un negro ataúd.
Pobres hijos, cuando en el materno
regazo dulcísimo durmáis silenciosos
en las largas noches del horrible invierno
y os despierten graves ruidos misteriosos
y sienta en su triste lecho de viuda
vuestra madre el sueño segado de la hoz
del llanto, deciros sin miedo y sin duda:
--Nuestro padre llega y esa es su voz..
--Alberto V. Martín-- (siglo XIX)
Después de la muerte de Jesucristo, crucificado, a las nueve en punto de la mañana, fueron los apóstoles los que siguieron sus ideas y las distribuyeron por todo el imperio romano, pero fue San Pablo, un judío burgués que persiguió con ahínco a los primeros cristianos y que luego se arrepintió, el verdadero creador de esta especie de multinacional religiosa que fue despues el cristianismo.
Los primeros cristianos se reunían en secreto. Las mujeres también participaban en el culto, aunque con la cabeza cubierta para ocultar los cabellos. El sacerdote bendecía el pan (igual que ahora) y la ceremonia concluía con el beso de amor y fraternidad entre todos.
Algunos debieron entenderlo mal porque pronto se determinó que los besos se dieran de hombre a hombre y de mujer a mujer, y con la boca cerrada para evitar malos entendidos ¡Qué harían algunos! ¡Igual aprovechaban y sacaban la lengua!.. En fin, ahora somos más prudentes sólo no damos las manos.
En las primeras comunidades cristianas el aborto estaba prohibido (en Roma era muy habitual el aborto) y el divorcio permitido sólo si la mujer lo solicitaba (en eso estaban muy adelantados). En el tema de la homosexualidad ha cambiado poco el cuento, tampoco la permitían. Eso sí, todos los cristianos estaban obligados a recoger a los niños abandonados, adoptarlos y darle una buena educación cristiana.
Por cierto, en aquella lejana y primeriza época sólo se administraban dos sacramentos: el bautismo, que se hacía cuando el individuo ya era mayor (esto lo hacen ahora los Testigos de Jehová) y la confirmación.
En la muerte, el finado ya no era cosa de la familia, sino que era la comunidad la encargada de hacerle un buen funeral y enterrarlo en tumbas excavadas en paredes haciendo galerías, es decir, lo que todos conocemos por catacumbas.
Joaquín
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