El día que entendamos
que la mente tiene razón,
lejos de adolecerse,
se nos hará mucho más
grande el corazón.
--Joaquín--
Corría el año 1665 en Londres, Inglaterra y la peste había entrado con fuerza en la ciudad..
Dos años duró aquella calamidad. Suspendieron sus actividades colegidos y universidades temiendo que la pandemia se propagase al esto del país. Por supuesto, la Universidad de Cambridge también cerró sus puertas a cal y canto y mandó a sus alumnos a sus casas..
Entre aquellos alumnos de Cambridge que se fueron a sus casas, estaba un jovenzuelo llamado Isaac Newton.
Como el tipo se aburría en la casa de su madre, las afueras de Londres, para pasar el rato paseaba por los jardines de los alrededores.
Una mañana sesteaba debajo de un manzano y se fijó cómo de vez en cuando caía alguna manzana al suelo; tal vez ya madura o quizás picoteada por los pájaros, y le dio que pensar..
Mientras, tumbado, miraba al cielo y con un trozo de ramita se hurgaba entre los dientes, con el ceño fruncido, (porque era un tipo con muy malas pulgas) pensó:
--Si cae una manzana al suelo, ¿por qué no cae también la luna, que veía difusa a lo lejos?..
Cuando llegó a su casa se puso a echar cuentas y..
¡Aleluya! ¡Descubrió la inmensa, “ley de la gravedad"!..
Supone ésta que los cuerpos en el espacio se atraen unos a otros dependiendo de su tamaño y la distancia a que se encuentren..
La tierra al ser más grande atrae a la luna, pero no tanto como para que se caiga encima... Si la tierra dejara de girar, la luna se largaría con viento fresco por el espacio en busca de algo que la atrajese más..
Joaquín
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