martes, 23 de mayo de 2023

Memorias de un fuentecanteño, quizás no muy honesto

                                                                                   




Los placeres
van de prisa:
una risa
y otra risa,
y mil nombres de mujeres,
y mil hojas de jazmín
desgranadas
y ligeras...
Y son copas no apuradas,
y miradas
pasajeras,
que desfloran nada más.

--M. Machado--



Luego lo pensé mejor y me arrepentí, pero en aquel momento no fui consciente de sus intenciones. Me refiero a lo que me dijo un día Conchita, una amiga reciente. Ella estaba casada, yo también, y por ahí venía el morbo, y mis dudas:

---Joaquín, las mujeres tenemos suficiente intuición para darnos cuenta de cuando un hombre se siente atraído sexualmente por nosotras, aunque intentemos ocultarlo. Pocos tenéis el valor de acercaros a la chica con la que os queréis acostar y decirle realmente lo que deberíais decirle: "Oye, me gustas; quisiera hacer el amor contigo"

Imaginaos mi azoramiento. No pude hacer otra cosa que medio balbucear:

---¡Hombre, Conchita, dicho así!..

---Si si, sólo de pensarlo os tiemblan las piernas por el miedo al rechazo---insistió ella---por eso preferís ser indirectos y manipular. 

Jamás hubiera imaginado tal atrevimiento por su parte. Avergonzado tuve que mentirle, no me quedaba otra:

---Bueno, realmente nunca lo había pensado de esa manera---recuerdo que le dije

No sé a santo de qué derivó la conversación hacia esos derroteros. El caso es que estábamos los dos solos en su casa. Me había invitado ella a cenar, junto a su marido, amigo mío, pero éste no acababa de llegar. 

Proseguía con sus recelos sobre los hombres:

---Pero las mujeres entendemos muy bien a esos tipos con sus jueguecitos, Joaquín, y sabemos perfectamente que sólo quieren una cosa, acostarse y si te he visto no me acuerdo. Si fuerais honestos de hablarnos al oído sobre vuestras verdaderas intenciones, quizás pasara algo---concluyó

Me quedé helado cuando me dijo eso. No supe cómo tomármelo. ¿Querría acostarse conmigo? ¿Me había leído el pensamiento y se había dado cuenta de mis verdaderas intenciones con ella?.. 

Conchita me atraía sexualmente, pero estaba recién casada con mi amigo y yo me llevaba muy bien con él. No obstante llevaba razón; el estar casada y el miedo al rechazo o la burla, me impidieron ser valiente.

Todavía hoy, años después de aquella conversación, me ruborizo al pensar que ella era consciente de mis libidinosos deseos. Por una parte me arrepiento amargamente de no haber dado el paso, pero por otra me alegro de no haberlo dado; Fuente de Cantos no es tan grande y al final todo se sabe. En fin, no sé..

Por cierto, el marido había quedado con unos antiguos compañeros de trabajo y le dieron las uvas tomando cervezas en El Gato. Cuando se presentó habíamos acabado ya de cenar, de tomar unas copas después, incluso de charlar largo y tendido. 

En realidad nunca supe si ella sabía que el marido llegaría tarde.

Joaquín


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