lunes, 1 de mayo de 2023

Fuente de Cantos, por los siglos de los siglos

                                                                                     




Si yo pudiera arrancarme el alma

y con ella echar de mi,

tanto sueño podrido,

tanto rencor malsano.


Si yo pudiera dormir una sola noche

sin rumiar venganzas,

sin martirizarme hasta en sueños,

revisando las batallas pendientes.


Si yo pudiera perdonar,

perdonarme a mí mismo,

a mí, que soy el mayor

de mis enemigos.


Si yo pudiera de una puñetera vez,

pasar página de este pasado

que no acaba de pasar.


… Entonces

Volvería a mirar el mundo

como antes lo miraba.


Volvería a ser bueno... como antes

y regresaría en plenitud

junto a los míos.

--Cayetano Ibarra--



A principios del siglo XVIII (el siglo de las luces), España tenía unos siete millones y medio de habitantes, Extremadura unos 331.000 y Fuente de Cantos apenas 1.620 vecinos. Sólo cien años más tarde, nuestro pueblo albergaba ya a más de 3.500 fuentecanteños.

Pero el XVIII no fue un buen siglo para Fuente de Cantos, las guerras Hispano-portuguesas que hubo en gran parte de esa centuria, hizo que tuviéramos inseguridad y pobreza; no olvidéis nuestra cercanía con el país vecino. A pesar de estas desgracias, unos 160 fuentecanteños venían al mundo cada año. La pena es que uno de cada dos moría antes de cumplir los cinco.

¿Sabéis la media de hijos por familia en aquellos años? Pues casi la misma que hoy tienen muchos países africanos, unos 6 vástagos por casa. Si no hubiera sido por la alta mortalidad infantil, hubiéramos crecido a lo bestia.

Fijaos las grandes diferencias entre aquel Fuente de Cantos de mitad del siglo XVIII y el Fuente de Cantos de la actualidad:

---En 1787 había ya en el pueblo 2.583 vecinos. De ellos unos 1.200 menores de 18 años y apenas 359 mayores de 50 años. La edad media era de 20 años.

--En 2024 somos 4.630 fuentecanteños, de ellos 710 menores de 18 años y, ¡pasmaos!, 2.100 mayores de 50. Es decir, con una edad media de 44,30 años, y subiendo

Como veis, hemos envejecido que da gusto. Eso sí, ahora somos más felices

En fin

Joaquín.                                                                     

                                  calle Isabel la Católica

                                                                               

                                   calle Martínez

                                                                         

                                  calle Llerena

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