Mi voluntad se ha muerto una noche de luna
en que era muy hermoso no pensar ni querer...
De cuando en cuando un beso, sin ilusión ninguna.
¡El beso generoso que no he de devolver!
--M. Machado--
Me traia loco aquella chica, y no es porque fuera atractiva, que lo era, ni interesante, la que más; es que lo tenía todo, la tía. Eso sí, un defectillo portaba: era más que vanidosa.. Se gustaba que era un gusto. Fijaos con lo que me vino un día mientras veíamos una película en el cine de Carloto:
---En realidad, Joaquín, eso de que la belleza es relativa no es del todo cierto, puesto que todos sabemos identificar lo que es bello y lo que no lo es.
Y me lo decía ella, que era guapísima. Supongo que querría que le repitiera lo guapa que era una vez más. A mi se me ocurrió preguntarle una bobada, pero era una duda que siempre me había intrigado:
---¿Qué buscáis las mujeres en los hombres?---le susurré al oído esperando oírle decir algo a mi favor---¿Integridad moral? ¿Un hombre en el que se pueda confiar, divertido y elegante?.
Qué le gustó que le preguntara aquello. Se me explayó la tía. No creáis que se cortó un pelo. Se acercó más a mi y, rozando su boca a la mía, me dijo:
---Pues sí, Joaquín, por ahí van los tiros. Y también buscamos tíos fieles, amables, íntegros moralmente y que tenga instinto paternal. Además deben tener sentido del humor, inteligentes y generosos.
Tuve que sonreír, qué remedio, menuda lista de virtudes. Solo le faltó decir que el tipo que busca debe saber escuchar, ser bueno en la cama, que sepa cocinar y con buen potencial financiero. No se lo dije. En cambio...
---¿Y de lo físico?---le pregunté---dime: ¿Cuál es el principal atractivo masculino para vosotras?.
Casi babea de placer. Deseando estaba soltarme lo que me soltó:
---Pues no te lo vas a creer---me sopló a la oreja---pero lo que hace más atractivo a un hombre son sus piernas, ¡Qué te parece! Son atractivos los hombres que tienen las piernas cuya longitud supone aproximadamente la mitad de su altura.
Lo que me faltaba por oir. Me acordé de las suyas que no tenían fin.. pero no pude evitar echar un vistazo a las mías, estiradas cuan largo era en la incómoda silla de madera las tenía.. Las vi normales.
Con esto que acabo de contar acabó la película. Estábamos casi solos en el cine. Encendieron las luces, nos levantamos y salimos a la calle.
Y hablando de piernas, andando fuimos hasta su casa, en la Pata. Allí, en un portal contiguo a su casa nos dimos el lote. Luego la perdí de vista.
Joaquín
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