viernes, 5 de mayo de 2023

Que nadie me hable mal de una madre

                                                                                   





No, nada llega tarde, porque todas las cosas
tienen su tiempo justo, como el trigo y las rosas;
sólo que, a diferencia de la espiga y la flor,
cualquier tiempo es el tiempo de que llegue el amor.

--José A. Buesa--


Nada honesto hay en el mundo que una madre no hiciera por el bienestar de sus hijos. ¿Estamos de acuerdo, no?. Mary Ann Bevan es la mejor prueba de ello. Esta mujer consintió perder su dignidad para convertirse en "la mujer más fea del mundo", y así poder criar a sus cuatro pequeños. 

Mary Ann nació en 1874 en el este de Londres, y allí vivió con sus siete hermanos. Fue allí también donde estudió medicina y ejerció como enfermera. Su vida era completamente normal. Una familia normal, un matrimonio feliz y cuatro hijos preciosos que trajo al mundo... Pero...

Tras parir a su último hijo, a Mary Ann le sobrevino una penosa enfermedad. Poco a poco empezó a sufrir un crecimiento anormal de su pielSe trataba de acromegalia, un trastorno causado por un exceso de la hormona del crecimiento.

En apenas cinco años, el aspecto de Mary Ann cambió por completo, de ser una chica femenina y muy guapa, pasó a convertirse en un monstruo, casi de aspecto masculino. 

Durante todo este tiempo su marido siempre estuvo a su lado, hasta que de manera inesperada fallecía por un derrame cerebral. Mary Ann, se quedó sola con sus cuatro hijos. 

Debido a su enfermedad, la visión de Mary Ann empeoró y tuvo que dejar su trabajo. Nadie quería contratarla debido a su aspecto. Estaba desesperada por encontrar alguna manera de poder ganar dinero para sustentar a su familia, por lo que decidió hacer algo que jamás se había imaginado, acabó participando en el concurso  "La mujer más fea del mundo

Aquella fue su mejor y peor decisión. Mary Ann venció a las 250 aspirantes y con ello el premio de la recompensa con la que pudo darle de comer a sus hijos. La pobre, eso sí, perdió su dignidad de mujer.

Que nadie me hable mal de una madre..

Joaquín

                                                                           

                                         Mary Ann Bevan antes de la enfermedad

                                                                              

                                         Mary Ann Bevan después de la enfermedad

                                                               


                              





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