Y es que tu boca alegre me inspira un beso triste,
y en tus ojos cercanos veo un mirar ausente,
porque sé que algún día, lo mismo que viniste,
te me irás de los brazos, inesperadamente...
--J. A. Buesa--
Os
digo una cosa: más de dos veces lo he pensado durante los tres días
que llevo de arresto domiciliario, sobre todo al despertar: "¿No
habré soñado y realmente si puedo ponerme los pantalones, calzarme
mis zapatos e ir a por churros al bar de la esquina, como suelo hacer
habitualmente?".
Pero luego recapacito y me
digo:
"Pues no, Joaquín, no sueñas;
anda levántate, lávate la cara sin mucho entusiasmo, puesto que
pocos te van a ver, desayuna un par de tostadas y disponte a pasar
otro día más entre estas cuatro paredes de tu casa".. Y
entonces comprendo mi terrible realidad, que es la misma que la de
cuarenta y siete millones de españoles..
Tres días, tres, llevo recluido, y de momento me voy apañando con algún trabajillo casero atrasado, unos cuantos paseos por el raquítico pasillo de la casa y la visualización de los cientos de memes que mandan los grupos del wassap; porque una cosa es cierta, las desgracias alimentan el ingenio de algunos que da gusto.
Esta crisis del covid-19; éste acojone que tenemos todos, éste sin vivir de noticias constantes (a cual peor) con el número de infectados y de muertos, y éste cambio brusco de vida que estamos padeciendo los españoles, nos va a marcar de por vida.
Lo bueno de esta desgraciada pandemia (por sacar algo positivo) es la sensación que tenemos de complicidad; de confraternidad en las desgracias y que une a todo el país. Hacen falta grandes calamidades o grandes satisfacciones deportivas para que sintamos de verdad que todos pertenecemos a la misma nación; una nación que a veces sorprende por lo grandiosa y otras decepciona por sus miserias..
Pero una cosa si está clara, estos días van a ser días de récords absolutos. Por ejemplo de polución; nunca han estado las ciudades más saludables que ahora; los accidentes de trafico y atropellos también se han reducido a la nada, las calles no conocerán ya más tanta limpieza y tanto vacío, y el consumo de enjuagues bucales bajará a su máxima expresión. Tened en cuenta que con el metro y medio de separación entre personas nadie va a percibir la halitosis de nadie.
Por el contrario, cuando acabe todo esto los abogados matrimonialistas se pondrán las botas con los divorcios, los psicólogos tendrán trabajo extra por el aumento de las depresiones y desvaríos, y los empleados del Inem, harán horas extras para gestionar a tanto parado.
En fin, tiempo habrá de ir contando novedades; esto es lo que más nos va a sobrar, tiempo...
Joaquín
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