Impresiones desde la cárcel de mi casa..
Amiga...
Ahora
que el tiempo ha pasado
y
ya casi nos hemos olvidado,
no
sabes cuánto me gustaría verte
de
nuevo y hablar de aquello.
Daría
cualquier cosa por tenerte
frente
a frente, y que me contaras.
Fueran
las que fueran tus razones
prometería
entenderte.
Estoy
seguro que por fin se aquietaría
mi
alma con lo que me dijeras.
--Joaquín--
Para
que vean que la historia se repite una y otra vez. Porque no crean
que este confinamiento casero al que el dichoso coronavirus chino nos
tiene sometido es nuevo; ni mucho menos; ya con otros microbios,
virus y bacterias a lo largo del pasado ha sucedido. Una de las
lecturas que nos muestra a la perfección que todo esto no es novedoso, es
el famoso libro, el Decamerón.
El
argumento del Decamerón es casi calcado a lo que está pasando estos
días en España; la diferencia es el tipo de virus. Ahora es el
chino, y el que cuenta el famoso libro era el de la peste negra
o bubónica.
Al
igual que ahora una plaga de peste procedente de China asolaba
Europa. Los infectados se contaban por decenas de miles y los muertos
igual porque apenas se libraba ni uno (debemos alegrarnos puesto que
la mortandad del coronavirus nada tiene que ver con la de la
peste aquella; ésta era infinitamente superior). Entonces (hablamos del
siglo XIV) la epidemia de pestilencia, (nunca vista antes con esa virulencia) entró por Venecia y se
extendió por Europa de manera fulminante; las ratas transportaban
las miasmas de un lugar a otro.
Era 1348, y en Florencia.. La gente se infectaba de manera rápida y terrible.
Los florentinos huían despavoridos de la ciudad quemando todo lo que
encontraban a su paso para librarse de ella. Fue horrible, los
muertos se hacinaban por las calles, nadie estaba libre de
contaminarse.. En medio de esa Apocalipsis pestilenta un grupo de
ciudadanos decidió refugiarse en una villa a las
afueras de la ciudad para aislarse completamente del resto, hasta que
pasara lo peor..
Si,
siete mujeres, (amigas y conocidas) conversaban en la iglesia Santa
Maria Novella sobre el riesgo de permanecer en la ciudad y acordaron
irse juntas a una casa de campo en plena campiña florentina. Pero
creyeron, y con razón, que mujeres solas no sería una buena idea,
se exponían a cualquier cosa; así que le propusieron la idea a tres
hombres conocidos de la ciudad que entraban en ese momento en el templo. Estos
aceptaron enseguida y decidieron entre todos pasar los días de
cuarentena en una villa de las afueras.
Como
allí se aburrían soberanamente, decidieron contarse cuentos para mejor pasar el rato (Imagínense, sin tele, sin móviles y sin nada
electrónico que le conectaran con el mundo). Tuvieron la curiosa idea
de contar cada uno una historia cada día. Los temas serian
diferentes y variados. Y hablaron del amor, del engaño, de erotismo,
de tragedias, de la fortuna, de infidelidades, etc. etc.
Tres
años después de la aventura, y pasada ya la peste, al escritor
Giovanni Boccaccio se le ocurrió recopilar aquellos relatos
en un solo libro y lo tituló, el Decamerón, (deca significa diez)
por los diez días que permanecieron aquellos jóvenes en la casa. El libro está escrito en un precioso dialecto toscano y
es una obra maestra de la literatura universal. Yo hace mucho tiempo que lo
leí, (por lo erótico) era muy joven cuando lo hice y lo recomiendo. Son cien cuentos
cortos; cien historias muy picaras llena de erotismo, burlas y
bromas, que ahora, en estos días de tedio y preocupación por lo del
coronavirus y recluidos en
nuestras casas como ellos, viene que ni de perlas
echarle un vistazo..
Joaquín
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