domingo, 15 de marzo de 2020

Impresiones desde la cárcel de mi casa..




Amiga...
Ahora que el tiempo ha pasado
y ya casi nos hemos olvidado,
no sabes cuánto me gustaría verte
de nuevo y hablar de aquello.
Daría cualquier cosa por tenerte
frente a frente, y que me contaras.
Fueran las que fueran tus razones
prometería entenderte.
Estoy seguro que por fin se aquietaría
mi alma con lo que me dijeras.
--Joaquín--


Para que vean que la historia se repite una y otra vez. Porque no crean que este confinamiento casero al que el dichoso coronavirus chino nos tiene sometido es nuevo; ni mucho menos; ya con otros microbios, virus y bacterias a lo largo del pasado ha sucedido. Una de las lecturas que nos muestra a la perfección que todo esto no es novedoso, es el famoso libro, el Decamerón.
El argumento del Decamerón es casi calcado a lo que está pasando estos días en España; la diferencia es el tipo de virus. Ahora es el chino, y el que cuenta el famoso libro era el de la peste negra o bubónica.
Al igual que ahora una plaga de peste procedente de China asolaba Europa. Los infectados se contaban por decenas de miles y los muertos igual porque apenas se libraba ni uno (debemos alegrarnos puesto que la mortandad del coronavirus nada tiene que ver con la de la peste aquella; ésta era infinitamente superior). Entonces (hablamos del siglo XIV) la epidemia de pestilencia, (nunca vista antes con esa virulencia) entró por Venecia y se extendió por Europa de manera fulminante; las ratas transportaban las miasmas de un lugar a otro.
Era 1348, y en Florencia.. La gente se infectaba de manera rápida y terrible. Los florentinos huían despavoridos de la ciudad quemando todo lo que encontraban a su paso para librarse de ella. Fue horrible, los muertos se hacinaban por las calles, nadie estaba libre de contaminarse.. En medio de esa Apocalipsis pestilenta un grupo de ciudadanos decidió refugiarse en una villa a las afueras de la ciudad para aislarse completamente del resto, hasta que pasara lo peor..
Si, siete mujeres, (amigas y conocidas) conversaban en la iglesia Santa Maria Novella sobre el riesgo de permanecer en la ciudad y acordaron irse juntas a una casa de campo en plena campiña florentina. Pero creyeron, y con razón, que mujeres solas no sería una buena idea, se exponían a cualquier cosa; así que le propusieron la idea a tres hombres conocidos de la ciudad que entraban en ese momento en el templo. Estos aceptaron enseguida y decidieron entre todos pasar los días de cuarentena en una villa de las afueras.
Como allí se aburrían soberanamente, decidieron contarse cuentos para mejor pasar el rato (Imagínense, sin tele, sin móviles y sin nada electrónico que le conectaran con el mundo). Tuvieron la curiosa idea de contar cada uno una historia cada día. Los temas serian diferentes y variados. Y hablaron del amor, del engaño, de erotismo, de tragedias, de la fortuna, de infidelidades, etc. etc.
Tres años después de la aventura, y pasada ya la peste, al escritor Giovanni Boccaccio se le ocurrió recopilar aquellos relatos en un solo libro y lo tituló, el Decamerón, (deca significa diez) por los diez días que permanecieron aquellos jóvenes en la casa. El libro está escrito en un precioso dialecto toscano y es una obra maestra de la literatura universal. Yo hace mucho tiempo que lo leí, (por lo erótico) era muy joven cuando lo hice y lo recomiendo. Son cien cuentos cortos; cien historias muy picaras llena de erotismo, burlas y bromas, que ahora, en estos días de tedio y preocupación por lo del coronavirus y recluidos en nuestras casas como ellos, viene que ni de perlas echarle un vistazo..
Joaquín



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