Amiga..
Tú, que sabes del amor y con los dos hablas,
no le digas nada de mi sufrimiento.
Sé que te incomoda mi dolor
y le suplicarás que vuelva
a mi lado; que muero por ella.
Comprendo tus ansias de ayudar;
has visto la ruina de un hombre herido.
Pero no puedo rogarle más.
Sanaré mis heridas en silencio,
y aguardaré al milagro del olvido..
y aguardaré al milagro del olvido..
--Joaquín--
En la primavera de
1843, el gran ingeniero inglés Isambard Kingdom, jugando con
su hijo pequeño a hacer magia se tragó sin querer una moneda de
medio soberano (que viene a ser como la de un euro) Tuvo mala suerte,
se le quedó atravesada en la tráquea. No le dolía, pero su
inquietud fue descomunal como es lógico, pues la moneda ni salia ni
entraba para dentro y en cualquier momento le podía asfixiar.
Isambard hizo
virguerias para expulsar la moneda pero no había manera, Llamaron
urgentemente a amigos y colegas para que le ayudaran a sacársela, y
entre todos hicieron lo imposible, pero nada. Como era ingeniero él
mismo diseñó un artilugio para agarrarse con las manos, colocarse
boca a bajo, y así, realizando ímprobos esfuerzos echarla, sin
embargo la moneda no salia ni a la de tres. Llegaron a temerse lo peor. Un medico
amigo sugirió hacerle una traqueotomía, aún no se habían
inventado los anestésicos y había que hacerlo a pelo, pero se
intentó. Le hizo una incisión en la garganta y trató de extraerle
la moneda accediendo a las vías respiratorias, pero Isambard
se puso a toser con violencia y temiendo por su vida hubo que
suspender el intento.
Por supuesto el
incidente fue la comidilla de todo el país. Los periódicos hablaban
del caso; Isambard era muy conocido,. Todo el mundo estaba
pendiente del ingeniero y de la moneda. Así pasaron seis semanas
hasta que por fin volvió a utilizar el artilugio que inventó, y
poniéndose boca abajo y después de muchos intentos expulsó la
moneda. Me imagino la alegría del buen hombre. Esa misma tarde el
conocido historiador Macauley irrumpía en el Club Ateneo de Londres
gritando ¡Ha salido!. Por supuesto todo el mundo se alegró, de
sobra sabían a qué se refería..
Esta historia viene a
cuento para recalcar el hecho de la importancia de atragantarse.
Apenas le prestamos atención, pero ¿saben la cantidad de gente que
muere atragantada al año? Sólo en los Estados Unidos (según un
libro del que extraigo todo esto) se producen más de 5.000 muertes
por atragantamientos; es la cuarta causa de muerte accidental.
Supongo que en España tendremos nuestras buenas cifras también.
La solución más
universal y aceptada a una crisis de atragantamiento es la llamada
Maniobra de Heimlich (conocida así por el médico alemán que
la inventó). Consiste en abrazar por detrás a la victima del
atragantamiento y realizar una serie de fuertes y breves
comprensiones abdominales, justo por encima del ombligo para forzar a
salir el objeto que obstruye la respiración, como un corcho de
botella. Esto ha salvado miles de vidas en todo el mundo..
Pero el mayor experto
de todos los tiempos en este peculiar asunto fue el médico
norteamericano Chevalier Jackson, que murió a mitad del siglo
pasado. Está calificado como el padre de la broncoesofagoscopia
mundial. Su obsesión eran los objetos extraños que habían sido
tragados o inhalados. En el curso de su larga carrera profesional,
Jackson se especializó en diseñar instrumentos y perfeccionar
métodos para recuperar tales objetos.
Al doctor Jackson le dio por guardar y coleccionar todo lo que extraía, él y otros colegas suyos. Así reunió en su casa, y ahora se exponen en la sede del Colegio de Médicos de Pennsilvania, más de 2.400 objetos ingeridos imprudentemente. Entre estos objetos hay de todo: una trompeta de juguete, una llave de radiador, unos binoculares de miniatura, un crucifijo, varias cucharas, y hasta fichas de póker. Este curioso medico extraía todo esto con sus pacientes vivos a los que salvaba a vida, pero también a los muertos que no tuvieron suerte. En fin, hay gente pa'to como diría el torero Domingo Ortega..
Al doctor Jackson le dio por guardar y coleccionar todo lo que extraía, él y otros colegas suyos. Así reunió en su casa, y ahora se exponen en la sede del Colegio de Médicos de Pennsilvania, más de 2.400 objetos ingeridos imprudentemente. Entre estos objetos hay de todo: una trompeta de juguete, una llave de radiador, unos binoculares de miniatura, un crucifijo, varias cucharas, y hasta fichas de póker. Este curioso medico extraía todo esto con sus pacientes vivos a los que salvaba a vida, pero también a los muertos que no tuvieron suerte. En fin, hay gente pa'to como diría el torero Domingo Ortega..
Joaquín
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