sábado, 21 de marzo de 2020

Historia de una ingratitud..




No pudo ser..
Tú que merecías la dorada vejez prometida
por tanto sudor derramado.
Tú que llegaste a la vida en un páramo sediento
y nos dejas ahora un vergel opulento,
qué mal salario te dimos, qué poco caso te hicimos.
Descansa en paz amigo, y perdona nuestra ingratitud.
Ojalá la tierra que te cobije ampare tus méritos.
Tus hijos, incomprensiblemente, te olvidaron..
--Joaquín--

Amigo, no sé cómo te llamas ni sé quién fuiste. Tampoco sé que hiciste, ni tu oficio ni aficiones. ¿Y sabes una cosa? No me importa. Sólo sé que eres un anciano solo y triste: tus arrugas te delatan, tu amargura nos acusa, tu soledad me conmueve..
No, a mi no me importa si fuiste generoso o vanidoso, si eras del Real o del Betis; si a un Don Juan imitabas o no te comiste una rosca en cuanto a amores; te repito, no me importa. Apenas me interesa si la casa es tuya o vives de alquiler, si tienes muchos ahorros en el banco o estás tieso como la mojama y no llegas a fin de mes. Posiblemente esto último sea lo más acertado de lo contrario algunos te rondarían como abejas a la miel, y no veo que vayan por ahí los tiros, precisamente..
Si, sólo sé que ya no puedes con tu alma, que no existes para la gente, que estás viejo y achacoso y nadie te hace maldito caso. Hace años que rebasaste los setenta y cinco, y unos cuantos ya que ella se fue, que te falta, pero que no la puedes olvidar ni un instante ¡Cuántas miradas, ya sin lágrimas en los ojos, a su foto en la mesilla..
¿Recuerdas? Se fue sin avisar, sin decirte cómo vivir.., sin darte siquiera las mínimas instrucciones para seguir.. Tú ni te imaginabas lo que te esperaba. Si ella te viera ahora tan triste, tan desmejorado, tan desaliñado, ¡según eras! Volvería a morirse del disgusto, y de pena..
Dime, ¿cuántas veces has pensado que no merece la pena seguir? Por que sé que aguantaste mientras tus fuerzas te permitían cuidarte, aún echándola de menos. Pero ahora ya no tienes energía ni ganas. Hace tiempo que le pides a Dios que te lleve con ella. No te lo reprocho apenas tienes otra cosa que hacer ni que pensar en este mundo..
Cuéntame: ¿Qué tiempo hace que no entra nadie en tu casa? ¿Quién fue la ultima visita? Ya ni te acuerdas. Quizás aquella vecina de toda la vida antes de que los hijos la llevaran al asilo. Sí, tal vez fuera ella...
Por cierto, ¿qué fue de tus hijos? Acuérdate que tienes dos. Tu pequeña Marí, casada con ese ingeniero y que ahora viven en el Canadá, y un nieto suyo de cuatro años y que aun no conoces, ni crees conocerás jamás. Y luego está Miguel, tu hijo mayor, el que vive en La Coruña, y al que hace ya cinco años que no ves. ¡Sí, lo sé, hace tiempo que estáis enfadados por cabezonerías!. Desde que se fue ella todo ha sido un desastre; te están haciendo pagar muy caro tu osadía de tener vida propia, pero..
Te repito, a mí no me importa tu pasado. Sólo sé que eres muy viejo que estás solo y cansado, y que te ahogas de melancolía.. La soledad está acabando contigo, compañero. Poco a poco te estás quedando en nada; esto se acaba... Mucho me temo, amigo, que serás uno más en lista de ancianos que mueren solos en su casas, abandonados. O quizás ese maldito virus que os ronda con mala uva termine por hacerte el favor que no te hace el destino.
Y cuando encuentren tu cuerpo, inerte, avisado tal vez por el nauseabundo olor que desprendas después de mucho tiempo, quizás algún vecino te recuerde y diga: 
--¡Ah, si, ése viejo huraño que siempre iba solo!.. 
Y posiblemente ni una reseña, ni una mísera nota aparecerá mañana en la prensa de tu triste muerte. Bueno, si, tal vez incrementes la enorme lista de viejos fallecidos por el virus en nuestros país.. Pero eso ya ni te importa..
Joaquín



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