Historia de una ingratitud..
No
pudo ser..
Tú
que merecías la dorada vejez prometida
por
tanto sudor derramado.
Tú
que llegaste a la vida en un páramo sediento
y
nos dejas ahora un vergel opulento,
qué
mal salario te dimos, qué poco caso te hicimos.
Descansa
en paz amigo, y perdona nuestra ingratitud.
Ojalá la tierra que te cobije ampare tus méritos.
Tus hijos, incomprensiblemente, te olvidaron..
--Joaquín--
Amigo,
no sé cómo te llamas ni sé quién fuiste. Tampoco sé que hiciste, ni tu oficio ni aficiones. ¿Y sabes una cosa? No me importa. Sólo sé
que eres un anciano solo y triste: tus arrugas te delatan,
tu amargura nos acusa, tu soledad me conmueve..
No, a mi no me importa si fuiste generoso o vanidoso, si eras del Real o
del Betis; si a un Don Juan imitabas o no te comiste una rosca en cuanto a amores; te
repito, no me importa. Apenas me interesa si la casa es tuya o vives
de alquiler, si tienes muchos ahorros en el banco o estás tieso como
la mojama y no llegas a fin de mes. Posiblemente esto último sea lo
más acertado de lo contrario algunos te rondarían como abejas a la
miel, y no veo que vayan por ahí los tiros, precisamente..
Si, sólo sé que ya no puedes con tu alma, que no existes para la gente, que estás
viejo y achacoso y nadie te hace maldito caso. Hace años que
rebasaste los setenta y cinco, y unos cuantos ya que ella se fue, que te falta, pero que no la puedes olvidar ni un instante ¡Cuántas miradas, ya sin lágrimas en los ojos, a su foto en la mesilla..
¿Recuerdas?
Se fue sin avisar, sin decirte cómo vivir.., sin darte
siquiera las mínimas instrucciones para seguir.. Tú ni te
imaginabas lo que te esperaba. Si ella te viera ahora tan triste, tan
desmejorado, tan desaliñado, ¡según eras! Volvería a morirse del
disgusto, y de pena..
Dime, ¿cuántas veces has pensado que no merece la pena seguir? Por que sé
que aguantaste mientras tus fuerzas te permitían
cuidarte, aún echándola de menos. Pero ahora ya no tienes energía
ni ganas. Hace tiempo que le pides a Dios que te lleve con ella. No
te lo reprocho apenas tienes otra cosa que hacer ni que pensar en este mundo..
Cuéntame: ¿Qué tiempo hace que no entra nadie en tu casa? ¿Quién
fue la ultima visita? Ya ni te acuerdas. Quizás aquella vecina de
toda la vida antes de que los hijos la llevaran al asilo. Sí, tal
vez fuera ella...
Por
cierto, ¿qué fue de tus hijos? Acuérdate que tienes dos. Tu pequeña
Marí, casada con ese ingeniero y que ahora viven en el Canadá, y un
nieto suyo de cuatro años y que aun no conoces, ni crees conocerás
jamás. Y luego está Miguel, tu hijo mayor, el que vive en La
Coruña, y al que hace ya cinco años que no ves. ¡Sí, lo sé, hace
tiempo que estáis enfadados por cabezonerías!. Desde que se fue ella
todo ha sido un desastre; te están haciendo pagar muy caro tu osadía
de tener vida propia, pero..
Te
repito, a mí no me importa tu pasado. Sólo sé que eres muy viejo
que estás solo y cansado, y que te ahogas de melancolía.. La
soledad está acabando contigo, compañero. Poco a poco te estás
quedando en nada; esto se acaba... Mucho me temo, amigo, que serás
uno más en lista de ancianos que mueren solos en su casas,
abandonados. O quizás ese maldito virus que os ronda con mala uva
termine por hacerte el favor que no te hace el destino.
Y
cuando encuentren tu cuerpo, inerte, avisado tal vez por el
nauseabundo olor que desprendas después de mucho tiempo, quizás algún vecino te
recuerde y diga:
--¡Ah, si, ése viejo huraño que siempre iba
solo!..
Y posiblemente ni una reseña, ni una mísera nota aparecerá
mañana en la prensa de tu triste muerte. Bueno, si, tal vez
incrementes la enorme lista de viejos fallecidos por el virus en nuestros país..
Pero eso ya ni te importa..
Joaquín
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