Amiga..
Comprendo tu
amargura.
Pero deberías quejarte menos de tu suerte.
Tuviste
oportunidades y no escogiste precisamente la mejor.
Así es la vida.
Puedes alegar que
eras muy joven, que no sabías.
Eso es verdad.
Pero eso no te
exime del duro precio a pagar.
Yo ya aboné el
mio por tu desidia. Y fue caro, te lo aseguro..
--Joaquín--
Siendo la parte menos
dolorosa de todo este maldito asunto, estoy seguro que, al igual que
yo, ya han pensado en la cantidad de cosas que nos estamos perdiendo
con el confinamiento casero. Me estaba acordando, ya que ayer fue el
Día del Padre, de la enorme cantidad de festejos que NO vamos
a catar este año. Sin ir más lejos, los cumpleaños, las
onomásticas o los aniversarios, sin contar las fiestas generales
como la Semana Santa. Porque tres semanas (que es lo que apunta la
reclusión) dan para mucho..
Yo, por ejemplo, ya
doy por perdido unos cuantos cumpleaños familiares y algún
aniversario que otro. Claro, que también tiene algunas cosas buenas,
como el no tener que rascarse el bolsillo para los regalos; ahora que
las faltriqueras se van a quedar en los huesos. ¡Y pensar que un día como el de ayer
de cualquier otro año estarían los restaurantes llenos a rebosar
de familias enteras celebrando lo del padre, o las tiendas haciendo
su agosto con los regalos!. En fin, ahora nos damos cuenta de cuán
frágiles somos y de las cosas que verdaderamente importan de verdad.
Quizás todo esto nos sirva para suavizar un poco soberbias y sacar mejor
provecho de la vida.
Pero una cosa está
clara, unos países con más acierto en la lucha contra esta lacra,
como Corea o China y otros con menos, como Italia
y España, el asunto es que todo el mundo está pringado en
esto, y es la primera vez que ocurre en la historia del planeta. Lo
que nos esta pasando lo podíamos catalogar como la Primera
Pandemia Mundial. Es como la
Primera Guerra Mundial, pero sin armas, sin bandos, con mascarilla y
con un único y potente enemigo, el coronavirus,
desplegado, por cierto, en múltiples divisiones aéreas y terrestres..
Ganaremos
al virus porque hemos prosperado mucho y tenemos a miles de
científicos del mundo entero dedicados en cuerpo y alma a
combatirlo, pero va a dejar secuelas. Una buena:
una complicidad inédita y necesaria entre todos los habitantes de este dolido
mundo perjudicados por un mismo feroz enemigo. Y otra mala:
un montón de muertos y una fragilidad manifiesta e inesperada de
unos individuos que ya nos creíamos infalibles.
Y miren cómo en un santiamén cambia nuestro orden de prioridades. A
medida que la cosa se va poniendo fea perdemos interés por cosas que
antes nos parecían imprescindibles, por ejemplo el fútbol,
la política, los hobbies y hasta el dinero. Sí, hasta el dinero.
Apuesto que muchos hemos perdido alguno con el pepinazo de la bolsa.
Bien, pues cualquier contratiempo en estas cosas por separado nos
hubiera supuesto un gran disgusto hace una semana; sin embargo estos días ni nos
importa. Sólo la salud y el bienestar de los nuestros merece nuestra
exclusiva atención..
Lo dicho, esto es como una guerra
total, un sálvese quién pueda
y nada más; sólo cuenta sobrevivir.. Ya vendrá tiempos mejores..
Joaquín
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