Cuando se haga en ti la sombra;
cuando apagues tus estrellas;
Cuando tasques las tinieblas,
y deambules taciturno;
y aguantes en tus lomos
el peso de cien urbes, de cien siglos;
cuando sufras noche y día
y en la noche hasta durmiendo;
yo te agacho la cabeza;
yo te doblo mis rodillas;
yo te digo –Dios te salve, amigo--
bienvenido al club...
--Pedro Palacios--
¡Ah!, ¿que no sabíais que guardamos los recuerdos en nuestra memoria de una manera extrañamente peculiar e inconexa?. Pues, mirad lo que os digo:
La mente descompone cada recuerdo en sus partes integrantes, es decir, lo desguaza en: nombres, caras, ubicaciones, contextos, cómo se percibe el tacto, el olor etc. etc. y envía dichas partes a lugares distintos; luego, cuando volvemos a necesitar el conjunto las recupera y reagrupa.
¡Y qué maravilla!, resulta que un solo pensamiento o recuerdo fugaz puede movilizar a millones de neuronas dispersas por el cerebro. No es de extrañar, pues, que a veces confundamos los detalles.
El resultado de todo esto es que la memoria no es algo inmutable y fijo, sino que la podemos alterar cada vez que recordamos. Y conste que también esto lo hace, la tipa, en beneficio nuestro; pretende dulcificar los recuerdos..
En fin, ¿no es todo fascinante?. A que sí..
Joaquín
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