Y sentiré en el fondo de mis manos vacías,
más allá de la bruma de mis ojos huraños,
la ansiedad de las horas convirtiéndose en días
y el horror de los días convirtiéndose en años.
--José A. Buesa--
La ermita del santo Cristo fue en su día una auténtica iglesia en miniatura, un espacio recogido, muy adecuado para la devoción privada, con varios retablos e imágenes para suscitar la devoción sensorial heredada del barroco, tan habitual en los templos españoles.
Fijaos qué detalles tenía la ermita:
Destacaba, sobre todo, un Cristo yacente que la presidía, y la imagen titular de la Divina Pastora, situada frente a la puerta, justo al lado del Evangelio.
Junto al altar, una talla de la Inmaculada de vestir, y en el otro lado, enfrente, la imagen de la Aurora del Sol Divino. También poseía la ermita varios cuadros: la Santísima Trinidad, la de San Juan Bautista, otros de menor tamaño y sobre todo el cuadro de la “Virgen de Guadalupe apareciéndose al indio Juan Diego”.
Por cierto, ese cuadro, ahora en el Convento del Carmen, es una joya pictórica, pero un misterio en cuanto a su autor y a su procedencia. Es un hermoso lienzo (143,4 x 89 cm) que representa la llamada tercera aparición de la Virgen de Guadalupe al indio Juan Diego.
En el cuadro vemos a la Virgen de cuerpo entero, en pie, vestida con una túnica roja, brocada de oro en grandes hojas de acanto lineales y flores de cuatro pétalos, con las manos juntas giradas hacia su derecha, dirección en la que mira, inclinando dulcemente la cabeza.
En el lado izquierdo de Virgen la figura del indio Juan Diego, aparece como un hombre todavía joven, de pelo negro y barba corta, partida, con facciones regulares y algo angulosas, muy realistas. Muestra una expresión de profundo sentimiento con su mirada elevada hacia la Virgen, los ojos, negros, brillantes, muy abiertos, y la boca entreabierta, musitado más que pronunciando su diálogo con la Virgen.
Joaquín
Virgen de Guadalupe apareciéndose al indio Juan Diego”.
calle Olmo, a la dcha puerta de entrada a la ermita 
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