Por diez años su diáfana existencia fue mía.
Diez años en mi mano su mano apoyó,
¡y en sólo unos instantes se me puso tan fría,
que por siempre mis besos congeló!
¡Adónde iréis ahora, pobre niña loca
de mis huérfanos besos, si tus labios están
cerrados, si hay un sello glacial sobre tu boca,
si tu frente divina se heló bajo tu toca,
si tus ojos ya nunca se abrirán!..
--Amado Nervo--
Oyes el despertador, lo apagas, te levantas a rastras de la cama, te vistes, desayunas y te preparas para el día.. Pero entonces sucede algo inexplicable: te despiertas y te das cuenta de que no es más que un sueño. En él estabas despierto y hacías tu vida, pero en realidad estabas acurrucado bajo el edredón, soñando.. Quizás alguna vez habéis tenido alguna de estas experiencias; ya sabéis a lo que me refiero.. Suelen llamarse “falsos despertares” y pueden ser muy convincentes. El filósofo francés René Descartes tuvo uno y le dio mucho que pensar, ¿Cómo podía estar seguro de que todo lo que hacía no era más que un sueño?..
Así, más o menos, lo leí una vez en un libro de filosofía, y les aseguro que es muy interesante. Se lo muestro porque se trata de uno de los principios filosóficos más conocidos, y su autor uno de los filósofos más reputados que han existido nunca .
René Descartes tenia verdadera obsesión por estar seguro de lo que hacía y pensaba. Él creía que nunca podremos saber con total seguridad de que todo lo que nos pasa sea real o es que estamos soñando..
Era tal la preocupación de Descartes por estos asuntos que ideó un método para saber a ciencia cierta si lo que vivía era real y no un mero sueño. Lo explicaba en un libro, que es uno de los pilares de la filosofía moderna “El discurso del método”. El método consiste en aplicar unas claves para no aceptar nada que no estemos seguros de que sea verdad. Ante la más mínima duda debemos rechazar una idea que se nos ocurra.. Por ejemplo: pensad en ésta supuesta realidad, “Ahora mismo estoy despierto leyendo estas tonterías de Joaquín” la analizamos y solo la aceptamos si estamos seguros de que no es engañosa.. Descartes revisó sus creencias y cuestionó si estaba absolutamente seguro o no de que eran lo que parecía ser ¿Era el mundo realmente como a él le parecía? ¿Podía estar seguro de que no estaba soñando?....
Y es que hay que dudar hasta de nuestros propios sentidos, ¿Podemos fiarnos de la vista, del tacto, del olfato, del sabor, del oído? No mucho, estos a veces nos engañan.. ¿Estamos seguro de que, la vista, el más fiable de los cinco, no nos engaña algunas veces?.. Un palo recto sumergido en el agua parece torcido si lo miramos de lado; una torre cuadrada si la miramos desde lejos parece redonda ¿entonces?.. Está claro que es imprudente confiar en los sentidos cuando alguna vez nos han engañado..
De la supuesta realidad de antes “Ahora mismo estoy leyendo estas tonterías de Joaquín” puede parecer segura. Estás despierto y estás leyendo, ¿Por qué ibas a dudar de ello?. Sin embargo, ya hemos mencionado que te puede parecer que estás despierto mientras duermes ¿Cómo sabes que en realidad no estás soñando? Muchos tienen sueños realistas.. Mirad, podéis hacer otra cosa, pellizcaros y ver que no soñáis, pero ¿Y si soñáis que incluso os estáis pellizcando? Y hay más, incluso puede que ni existamos siquiera, que todo sea un sueño inverosímil...
Comprendo que todo esto pueda ser un galimatias, Descartes pensaba igual, por eso después de mucho cavilar llegó a la conclusión de que la mejor manera de comprobar si de verdad existimos, es que pensamos, y discurrió la famosa frase que le define “Pienso, luego existo”..
En fin, esto de pensar tiene su cosa, y es que no todo es comer, dormir e ir tirando más o menos felices, hay más cosas.. El ser humano tiene que ir más allá, hurgar en la mente, aprovechar lo poco que estemos en este mundo para saberlo todo de él, aunque no nos guste lo que encontremos...
Joaquín
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