sábado, 11 de enero de 2020

El niño que perdió su infancia..





Amiga...

Vuelve el sol cada mañana y asoma, tímido,

su faz en lontananza.

Cada atardecer repite el mar y sus mareas,

anegando los confines de la playa.

Y la primavera vuelve a su cita de abril.

Yo quiero mil veces tus besos en mis labios,

que a fuerza de reincidir son sabios..

--Joaquín--



Imagínense una barbaridad, imaginen que durante toda nuestra infancia, si, desde nuestra más tierna niñez, nos hubieran mantenido alejados de otros niños. Algo así como un bicho raro y que en vez de pasarnos el tiempo jugando con otros chicos hubiéramos estado recibiendo continuamente clases particulares de griego, latín o álgebra y manteniendo conversaciones con adultos extremadamente inteligentes, ¿Cómo creen que seriamos ahora? Apuesten... Pues yo supongo que seríamos muy parecidos a como fue el filósofo inglés John Stuart Mill, un tipo muy listo que vivió a mitad del siglo XIX, y con el que su padre quiso hacer un experimento humano pocas veces visto..

El padre de John Stuart Mill, un adinerado aristócrata, tuvo que ser un tipo muy estricto y de los de ideas fijas. Pensaba que la mente de un niño era una pizarra en blanco y que si lo educabas de una determinada manera había muchas posibilidades de que llegase a ser un genio. Así que decidió darle clases a su hijo en casa, asegurándose de que no perdiera el tiempo jugando con otros niños de su edad ni aprendiendo malos hábitos de ellos..

El niño, como era de esperar, salió una eminencia.. A los tres años de edad estaba estudiando griego antiguo. A los seis escribió una historia de Roma y a los siete podía entender los diálogos de Platón. A los ocho se puso con el latín y a los doce era ya la repera, ya había adquirido profundos conocimientos de economía, de ciencia o de política, y podía resolver sesudos problemas matemáticos o filosóficos. Era un todo un niño prodigio...

Ya en la veintena ni os cuento; Mill era ya uno de los pensadores más importante de su siglo. El problema del joven era que esa peculiar educación le hizo ser un tipo muy solitario.. El criarse al margen de otros niños, de los juegos y de la vida social propia de la niñez, le hizo ser un hombre raro y huraño. Evidentemente el experimento de su padre con el niño John, salió bien sólo a medias; como intelectual fue un verdadero genio, como persona tal vez un desgraciado..

Hoy en día Mill está considerado uno de los mejores filósofos de la historia. Su pensamiento sobre la vida y la felicidad fue también muy peculiar, creía que mejor ser un Sócrates insatisfecho que un necio satisfecho.. Hay placeres bajos al alcance de cualquiera que son los mismos que puede tener un animal, y otros excelsos que están muy por encima de esos más primarios, como leer un buen libro o escuchar un buen concierto de música, sólo al alcance de seres más cultivados..

Sin duda, John Stuart Mill, fue un niño desgraciado (lo dejó él escrito) educado por un padre inmisericorde, pero un adulto intelectual amante de la libertad y de la individualidad más absoluta. ¿Acertó el padre? Tengan en cuenta que ganamos un excelente filósofo que mucho nos enseño. No obstante, a un niño hay que dejarle intacto el bien más preciado, su infancia, y luego si sale un adulto un poco menos genio ya nos iremos apañando..

Joaquín




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