A veces, lo más bello de la vida
no es lo más bello: es lo que más se ama.
Si después sopla el frío en esa llama,
lo más bello es aquello que se olvida...
--José Ángel Buesa--
Resulta que éramos dos polos opuestos mi hija y yo, dos maneras diferentes de ver la vida. A mi me gusta disfrutar, pero con sentido común, claro. Deben ser los años vividos y la experiencia, que modera comportamientos. ¿Y ella?. Bueno, ella era joven entonces y como todas las de su edad sólo pensaba en divertirse. Fijaos con qué pregunta me sorprendió un día:
---Papá, ¿tú crees que yo soy una persona hedonista?
---Uy, hija, si ser hedonista es buscar el placer en todos los ordenes de la vida, pues sí que lo eres, jejeje---le respondí medio en broma medio en serio.
Al acusarla de hedonista se me reveló. Me respondió enfadadilla:
---¡Papá, cómo eres!, Todos los de vuestra edad entendéis la vida como un paño de lágrimas. Parece que os da miedo ser felices.
Qué os parece. Resulta que mi hija me daba consejos a mi, que le saco un porrón de años. ¡Pero, qué atrevida es la juventud!. ¡Qué sabría ella si apenas había empezado a vivir!. No tardé apenas nada en contrarrestar semejante osadía:
---Supongo que sabes que una persona hedonista es una persona, sobre todo, egoísta---le dije---es decir, que se mueve por su propio interés y no por motivaciones altruistas. Su deseo es casi exclusivamente experimentar el placer y evitar el dolor, y me da la nariz que tú y tus amigas no andáis muy lejos de esta actitud jejeje
Tuve que sonreír un poco para suavizar mis palabras. Quizás fueron un poco duras, pero, ¡Qué demonios, ella y sus amigas estaban necesitadas de un pequeño rapapolvo!. Luego retrocedí en mis acusaciones, cuando la oí decir ya más suave:
---Papá te decía lo de hedonista porque lo estamos dando en clase de filosofía y quería saber tu opinión, nada más. Tenía entendido que el hedonismo no es sólo la búsqueda del placer físico, sino psicológico y espiritual---concluyó
Como habéis adivinado a estas alturas, ella aún era joven cuando la conversación. Ahora ya tiene sus añitos y ha sentado la cabeza, ¡qué remedio!. Sigue siendo muy egoísta, eso sí, porque así la hemos educado, ¿tal vez por complacerla en todo?.. pues, más bien sí. No obstante tuve que pedirle perdón por mi brusquedad:
---Perdona, hija, haber empezado por ahí. Pero un pelín hedonistas y por tanto egoístas si que sois, tú y todos los de tu generación.
Y me quedé tan ancho.
Joaquín
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