Y, de esa llamarada que aún me quema,
de ese dolor amargo como un golpe de mar,
ya lo veis: ha nacido este poema
deplorablemente vulgar...
Sé que no se lleva, que no están de moda las reglas de urbanidad con las que cualquier persona de bien nos hemos regido siempre ¡qué le vamos hacer!. Hoy sería un cachondeo publicar alguno de aquellos libritos sobre cómo comportarse en sociedad.
Efectivamente, nos hallamos de lleno en la época de lo fácil, de lo superficial, de lo extravagante, de darnos igual los modales, de ofender, de faltar el respeto a los mayores, de vestir cualquier trapito y calzar deportivos incluso en los casamientos, de no conocer a nuestros vecinos e importarnos un bledo sus vidas, de...
Pero no siempre fue así, y los mayores lo sabéis. Hoy desentonaria una barbaridad gestos y actitudes como...
--Vestir bien sin importar la ocasión.
--Levantarse cuando se está sentado y alguien se acerca a saludarnos.
--Comentar las cosas buenas y no guardarlas en el corazón.
--Ofrecer un vaso de agua al repartidor de Amazon
--Abrir la puerta a la persona que viene detrás sin importar si es un chico o una chica.
--Llegar puntual a las citas
--Tener un respeto infinito a la mujer
--No hablar de lo nuestro antes de que nuestro interlocutor termine con lo suyo
--Llevar una botella de vino cuando visitamos a un amigo
--Intentar, al menos, caer simpático a los demás.
--Dar las gracias al abrir un regalo, simplemente, sin dar a entender si es caro o barato
--No mirar el móvil cuando otros nos están hablando.
--Saludar siempre a los vecinos con una sonrisa
--Ceder el paso en las colas a la gente mayor
En fin, de sobra sé que no se lleva nada de esto. Daría incluso risa creer que antes, los más viejos, sí lo hacíamos. Pero os digo una cosa, yo si lo voy seguir haciendo, y que cada cual piense lo que quiera... sino, no sería yo..
Joaquín
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ResponderEliminarBueno días Joaquín
ResponderEliminarBuenos días. Feliz martes
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