Viendo pasar las nubes fue pasando la vida,
y tú, como una noche, pasaste por mi hastío.
Y se unieron entonces tu corazón y el mío,
como se van uniendo los bordes de una herida.
--J. A. Buesa--
Aquella chica era excepcional, por lo auténtica. Había vivido toda su vida en Madrid y regresado a Fuente de Cantos cuando se divorció. Yo la conocí recién llegada.
Aunque mi aventura con ella no tuvo un final feliz, reconozco que me marcó, para bien, por muchas cosas. Recuerdo que una vez me preguntó que si yo solía mentir. No supe por qué lo decía. Luego me enteré que no era por mí, sino que había tenido malas experiencias con otros.
---Yo no miento, cariño---le dije un poco ofendidillo---según la Academia de la Lengua, una mentira es la afirmación que una persona hace consciente de que no es verdad, y a mi jamás me oirás decir algo que no sienta. Si acaso admito una mentira son las piadosas y por motivos obvios---concluí sabihondo
No sé si me creyó. Supongo que no, porque durante el tiempo que estuvimos juntos alguna vez volvimos a hablar del asunto. No obstante ese día se empeñó a conciencia en exprimir el tema. Tal vez sus ganas de contarme una historia fuera la razón:
---Mi marido solía llegar tarde a casa, Joaquín. A veces se retrasaba porque se iba de copas, otras por su trabajo, y hasta porque se quedaba un rato con su amante, compañera de oficina, por cierto. Cuando yo le preguntaba, él siempre me respondía con la verdad, y cuando me decía que había estado con su amante, yo me reía y le decía de broma: "¡Ay, Rodrigo, qué cosas me dices!".
---Pero, entonces no te mentía, ¿no?.---le interrumpí sorprendido por su inocencia
---Bueno, en realidad sí---me respondió con un tono de voz que entendí lastimoso---mi marido llevaba a gala no mentir jamás, pasara lo que pasara, pero yo no lo sabía. Durante tres años me fue infiel y, en teoría, jamás me mintió, aunque sí me engañaba con su compañera de oficina. Y yo, tonta de mi, nunca me percaté de los cuernos.
Comprendí entonces el porqué de la obsesión de mi compañera por las mentiras. Conmigo no iba a tener problemas y así se lo hice saber repetidas veces. Luego me fue conociendo y lo comprobó realmente.
Curiosamente, fue ella la que me mintió después y de manera descarada. Estuvo jugando una temporada con dos tipos a la vez, un fulano de León, aparejador, que llegó al pueblo a trabajar cuando hicieron la autovía, y conmigo. Al final se quedó con el otro.
Precisamente el otro día me dijeron que había quedado viuda de él y que tal vez vuelva a Fuente de Cantos.
Ha pasado ya muchísimo tiempo de mi historia con ella, pero ganas tengo de volver a verla, lo confieso..
Joaquín
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