La extraña confesión de una mujer

                                                                                     

Seremos dos extraños desde este mismo instante

Y pasarán los meses, y tendrás otro amante;

y, como eres bonita, sentimental y fiel,

quizás, andando el tiempo, te casarás con él.

Y ya, más que un esposo, será como un amigo,

aunque nunca le dirás que has soñado conmigo,

y aunque, tras tu sonrisa de mujer satisfecha,

se te empañen los ojos, al llegar una fecha...

--J. A. Buesa--

Hablábamos de secretos. Si si, de secretos de toda índole.. A cuenta de ellos me reveló que le producían mucho morbo los íntimos. 

---Has tocado un tema muy interesante---le decía yo---ya me dirás quién no tiene algún secretillo que no le contará ni a su padre.

Mi amiga y yo nos habíamos metido en un terreno muy resbaladizo. Lo digo porque siempre pensé que no éramos totalmente sinceros el uno con otro, al menos por mi parte, y lo digo con pena.

Tras un largo rato callada y mientras le daba un sorbo a su café, me confesó:

---Reconozco tener secretos no confesables, Joaquín, y no pasa nada. Que no me obliguen a ser como un libro abierto, por favor. Prefiero guardar algo, incluso creo que una persona con secretillos es más interesante.

---Te doy la razón---le dije---el que diga que no tiene secretos miente. Los secretos no tienen por qué ser sólo de carácter sexual, ni de cuernos, ni incluso terribles, que no todo el mundo los tiene por qué tener. Los secretos pueden ser íntimos y de pensamiento, y de estos, me temo, todos ocultamos algo---concluí morboso. 

Se animó la cosa. Siempre quise llevarla a ese punto y tirarle de la lengua. He de confesaros que me atraía sexualmente, pero está casada y nunca dí el paso, claro. 

---Cierto, Joaquín---se atrevió ella---los secretos más seductores son los íntimos, y mientras más íntimo mejor, ¡Ay, si nuestra pareja lo supiera todo de nosotros! Ufffff. ¡O los amigos conocer realmente qué pensamos de ellos!. 

Qué queréis que os diga, esto último me desarboló, ¡Dios! ¿Me estaba confesando que mentía a su marido? ¿Qué yo, como amigo suyo, le gustaba?. No pude salir de dudas porque se presentó, Fernando, su marido, al que esperábamos desde hacía una hora. 

Eso sí, a partir de ahí me puse como loco a buscar otra ocasión para poder retomar la conversación, pero no era fácil..

Joaquín